domingo, 17 de agosto de 2014

La mentira y su naturaleza...


En boca de mentiroso...
por Alberto Farías
rrhh@albertofarias.com 

 "Miente, miente, miente que algo quedará...Cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá" - Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Alemania nazi.

E
l mentir es un síntoma psicológico, una costumbre social y un rasgo espurio en el mundo de la política. Pero digámoslo de entrada la conducta mendaz parece ser un componente inherente a la condición humana y nunca debe ser confundido -glosando a José Ingenieros- con la simulación biológica de la naturaleza en la lucha por la vida: el hombre culturalmente camaleónico no persigue la misma finalidad que el camaleón. 

Es pues importante diferenciar  simulación, engaño y mentira: Al respecto apunta el psicólogo Lemos Giráldez: “El engaño no es exclusivo de la especie humana sino que es también una característica que está presente en los primates y en otros animales que viven en entornos sociales de gran complejidad; y en los reinos animal y vegetal son numerosos los seres vivos que han desarrollado, en el proceso evolutivo, capacidades de camuflaje y de adaptación muy elaboradas, que han prosperado gracias al efecto de confundir a sus competidores o a sus depredadores.”

Mentir puede ser un síntoma personal, de una comunidad cultural o de un grupo primario (una familia que sostiene un mito) o secundario (una organización que miente sus objetivos). Las causas pueden ser muy diversas: cultura, enfermedad, interés perverso o malsano, finalidad "justificada" por una causa entendida como vital, independientemente de su contenido ético-moral, Por ejemplo la manida frase: "El fin justifica los medios", etc.Tal parece que “(…) el disimulo, la mentira implícita o el engaño deliberado forman parte de todos los escenarios en los que transcurre la vida social humana. En un proceso evolutivo cuyas etapas se van consumiendo desde la infancia, se va perdiendo la espontaneidad conforme se asienta la convicción de que la sinceridad no siempre es posible ni conveniente, porque puede perjudicar a la otra persona o a uno mismo (…)”, Lemos Giráldez; 2005

La mentira crónica

Pero cuando se ha contraído el hábito de mentir, o más grave aún cuando alguien padece una personalidad condicionada por la mitomanía, es muy difícil escapar  a su recurrencia. Puede suceder que una vez alcanzado un punto crítico, la mentira termina desplazando por completo a la verdad, es decir que la fantasía niegue y desconozca totalmente a la realidad. Por un lado las personas inmaduras, neuróticas o inseguras por trastornos afectivos de la personalidad, tienden a mentir sin un motivo "real y comprensible" para los demás. 

Se dice que son personas que "mienten por deporte". Esta variedad del mentiroso no lleva un interés consciente y perverso enfocado a lograr alguna meta al mentirle al otro. 
En el caso específico de las mentiras de los neuróticos (fóbicos, obsesivos, histéricos) son autodefensivas, es decir no buscan perjudicar al destinatario de la mentira sino disimular una debilidad o aumentar la imagen positiva de uno mismo, creando escenarios imaginarios donde no haya peligro para la autoestima. Así sucede cuando el mentiroso, agranda los hechos o los endulza con agregados que adornan positivamente la imagen ante los otros.

Yo lo hago, yo lo vendo, yo lo compro

Un caso socialmente grave es el de las personas que terminan creyéndose sus propias mentiras, el autoengaño, para disminuir la tensión que sienten al mentir. La mentira “sincera”, ingeniosa expresión de Giráldez para referirse a la capacidad de creernos nuestras propias mentiras. En relación al autoengaño es inevitable citar el libro de Robert Trivers “La insensatez de los necios: La lógica del engaño y el autoengaño” (2013), donde este investigador sugiere que la mejor manera de hacer creíble un engaño es engañarnos primero a nosotros mismos, ya que de esa manera se notará menos que fingimos, será más creíble porque yo mismo me lo creo. 

Es sin duda una teoría adaptacionista-funcionalista, que por su lógica simple es bastante convincente consigo misma. 
Pero tenemos al mismo tiempo la teoría de la contradicción de las expectativas emotivo-cognitivas, que apuntan a investigar el monto de tensión emocional que crea afirmar algo que contradice nuestra creencia o percepciones evidentes. Ante esto parece ser que buscamos maneras prácticas de disminuir la tensión entre percepción y mentira. Y un camino sencillo es mentirnos negando en parte lo que vemos o sentimos. 

Lo que los psicólogos clínicos llamarían “negación”. Esto ya lo demostró experimentalmente en 1957 el psicólogo León Festinger con su concepto de "disonancia cognitiva" (ver testimonio documental del experimento:http://www.youtube.com/watch?v=jEUb1RIMygU)
También la experiencia de Stanley Milgram de 1960 y replicas posteriores, sobre "Obediencia a la autoridad" conlleva momentos derivados que aportan datos sobre los mecanismos de la mentita y el autoengaño para reducir la tensión interna (ver secuencia de video: http://www.youtube.com/watch?v=8rocRcUOwFw  )
Otro concepto asociado al comportamiento de "automentirse" es lo que la psicología clínico-dinámica llama proceso de "racionalización": Como en la fábula de "La zorra y las uvas" de Esopo, cuando la zorra no consigue alcanzar las uvas "decide" que en realidad no las quiere. Eso disminuye la frustración.
Todos estos son ejemplos de "mentiras" autoinfligidas que no buscan primariamente dañar a terceros sino protegerse de los riesgos de un Yo lábil e inseguro, y por lo tanto "infantil".

La mentira "prevaricante"

En la otro extremo se ubica la mentira vil, intencionada y perversa, (la “perversión” misma como estructura psicopatológica, a la luz del psicoanálisis, es una manera de “desmentir la percepción”, una suerte de “negación de la falta” ante el horror de la castración, Freud, dixit). La mentira intencionada o prevaricante se hace con la finalidad consciente de dañar a otro, de manipularlo, de sacarle algún provecho, de someterlo con fines de dominación psicológica o político-ideológica, o bien por el hecho de perjudicarlo a partir de sentir por el otro un afecto negativo: odio por razones particulares, envidia malsana o prejuicios étnicos, religiosos, etc.

El conocido aserto de lord Acton:”El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Los grandes hombres son casi siempre malas personas”, tiene lamentablemente mucho de verdad. Y un rasgo “patognomónico” (signos propios de una disfunción deletérea) de la corrupción  es la mentira. Lo primero que hace un delincuente es negar que robe. Lo primero que hace un político corrupto es mentir acerca de sus conductas. Esto es de perogrullo. Otra manera de engañar es el comportamiento “discrecional”, es decir con arreglo al libre arbitrio de los intereses de una persona determinada y no está sometido a regla o norma.

De tal manera, los hecho se acomodan a como convenga, pero enmascarados por la amplitud de una convención que por su inespecificidad puede ser usada para la verdad o para la mentira. Es el caso de un burócrata que sabiendo los requisitos de un trámite omite dar toda la información de una vez, para dilatar el proceso y de tal manera, cada vez que el interesado cumple un paso, le señala que aún falta este o aquel documento. No hace nada antirreglamentario, no miente formalmente, pero discrecionalmente al omitir en cuotas la información total, engaña al usuario, ocultando su intención real que no es facilitar el trámite, como lógicamente pretendería este, sino obstaculizarlo y dilatarlo porque ese objetivo responde a sus propios intereses, por razones muy variadas que no buscamos analizar ahora. 

Es una manera de engaño en los fines que en el ámbito del desempeño del rol laboral he llamado justamente  “discrecionalismo de rol”.
Es una variedad de mentira “prevaricante”. En el lenguaje jurídico “prevaricar” es faltar por parte de una autoridad o funcionario de manera consciente e intencionada a los deberes de su cargo al tomar una decisión o dictar una resolución injusta, engañosa, omitir o mentir con esa finalidad, con plena conciencia de la injusticia que se comete. La prevaricación por tanto implica deshonestidad sin más. El ejemplo brutal de la mentira política al servicio de la perversión ideológica es la tristemente famosa afirmación del ministro de la propaganda nazi, citada en el inicio de este artículo. El “Miente, miente, miente, que algo quedará” alude a la insistencia de una afirmación: cuanto más aparezca dicha como una verdad, por la sola recurrencia empieza a tomar forma de verdad, por su sola existencia. 

Pero luego, la afirmación terrible de “Cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá”, resulta éticamente repudiable pero científicamente interesante. ¿Cómo explicarla si fuese cierta? Matizando el aserto, una hipótesis débil podría ser esta: el contenido absoluto y taxativo de una afirmación que contenga componentes fuertes de creencias que impactan en lo emocional y axiológico genera la tendencia a pensar que esa afirmación deberá ser verdadera por el solo hecho de su temeridad. Algo así como si el presupuesto fuera, las mentiras pequeñas son frecuentes, pero las grandes mentiras no lo son porque quien las diga estaría arriesgando mucho. Si se dice algo muy importante en sus consecuencias es porque quien lo dice debe estar medianamente seguro que hay bastante de verdad en ello para exponerse diciéndolo. 

Este extraño razonamiento revela un desconocimiento sobre la construcción del mito y el mecanismo de la “formación reactiva” de la psiquis humana: una gran mentira por lo abarcativa tiene el potencial de convencer, justamente porque parte de la idea de ocultar algo dejándolo a la vista. Nadie busca algo valioso que supone que otro escondió, mirando primero sobre la mesa, sino que va a ver debajo de la cama. Edgar Alan Poe, -luego citado en un artículo de culto, por Jacques Lacan- muestra este curioso fenómeno en su cuento “La carta robada”.

Por otro lado, un elemento esencial para creer una gran mentira, es su componente emocional. Esto se relaciona con la expresión de deseos: Si digo que la decadencia de mi país no es responsabilidad de mi gobierno, ni de los ciudadanos buenos que yo represento, sino de los ocultos poderes internos y externos que tratan de destruir nuestra identidad y nuestra felicidad, etc. facilito que me crean porque es menos angustiante creer que la culpa de mis sufrimientos la tiene un “enemigo” externo que asumir mis culpas e irresponsabilidades. De manera que una gran mentira que aliente y justifique la pelea con Satanás, tiene más probabilidades de ser creída que una gran verdad que nos diga lo que no queremos escuchar. Es el síndrome del expediente drástico de “matar al mensajero”.

Mentiras verdaderas: El efecto Pigmalión o la profecía autocumplida

Este es una curiosa manera de transformar una mentira en una verdad  post-factum. La sociología mostró como a partir de una creencia falsa o de una mentira dicha ex profeso, se crea una “realidad ficticia” que por las transacciones humanas entre creencia y acción, termina teniendo efectos reales, es decir verdaderos. Si decimos que alguien es nuestro “enemigo”, aunque no lo sea realmente, importará que yo lo ubique en ese lugar en mi imaginario. Las acciones y las actitudes para con él, terminarán generando en el otro respuestas defensivas que tenderán en mi percepción pre-juiciosa confirmando que estoy en lo cierto. Finalmente esa persona será efectivamente mi enemigo, por efecto de mi actitud y no por causa de la misma.

La sociología demostró este fenómeno con el famoso ejemplo de los depositantes de un banco, cuyas reservas y capital  gozan originalmente de total liquidez y buena salud.
Bastará con que se corra el rumor de que dicho banco, está en las malas y es inminente que declare la quiebra, para que todos los ahorristas corran a retirar sus depósitos. El obvio resultado será que efectivamente el banco quebrará, “confirmando” así el falso pronóstico que terminará pasando por real “avant la lettre”. El sociólogo Robert Merton bautizo este fenómeno como “profecía autocumplida” o autorealizada. 

Se lo conoce también como Efecto Pigmalión, en alusión al personaje de Las  Metamorfosis, el texto de Ovidio, que nos cuenta cómo Pigmalión, rey de Chipre, se enamora de Galatea, una de sus propias creaciones marmóreas, una estatua que encarnaba a la mujer de sus sueños, que no encontraba en la realidad.  Afrodita, la diosa del amor, accediendo a los  deseos y ensoñaciones de Pigmalión, le otorga vida a la estatua. Así lo que es un engaño, una piedra que simula un ser, termina por imperio del deseo en una verdad. Es que la mirada de cada uno termina por cincelar la “realidad subjetiva” que el otro es para el que lo mira. Estamos otra vez en el tema del autoengaño por efecto de la expresión del deseo. Si ese otro se siente completado y accede a ser objeto pasivo del deseo de quien lo mira, se cerrará el círculo y actuará tal como se espera que actúe, la expectativa se cumple y la profecía se realizada, creando la ilusión de que se estaba en la verdad antes del suceso.


La razón humanitaria: mentiras piadosas

Finalmente, hay un tipo de mentira que se dice supuestamente para no dañar al otro. Es una mentira protectiva  cuando se supone que la otra persona, no podrá tolerar la verdad, o para evitarle un sufrimiento innecesario. Sin descartar la incidencia de estos motivos, al mismo tiempo el que dice una mentira por piedad, también se protege a sí mismo de la responsabilidad de decir una verdad que resulte incómoda o muy dura. 
La mentira por piedad, es en el fondo un “acuerdo” entre partes. La expresión coloquial “miénteme que me gusta”, lo deja muy claro: muchas relaciones sociales, las  de pareja, por ejemplo, se basan en este tipo de acuerdos perversos no explicitados, pero muy bien respetados por las partes.
Joaquín Sabina, en su tema “Mentiras Piadosas”, dice de su amada perdida, que no quería enterarse de algunas cosas que la ponían mal, porque nunca quiso entender que el mundo era más ancho que sus caderas. Por eso la mentira piadosa es en el fondo una mentira egocéntrica.

Las patas cortas de la mentira

Hasta aquí, todos los tipos de mentiras que hemos mencionado tienen un común denominador: una relación no genuina con el semejante, un ocultamiento de parte de la información necesaria para establecer una relación entre iguales. La mentira es una comunicación  rarificada entre desiguales, porque se basa en un desequilibrio de poder: el que miente accede a una cuota de poder discrecional por sobre el que es víctima del mentiroso. Esto es así ya que el que miente maneja una parte de información que omite, oculta, reacomoda o distorsiona en su comunicación con el otro, que lo pone en inferioridad de condiciones, ya que no puede obrar o elegir con todas las cartas sobre la mesa. 

Hay “ases”, en la maga del mentiroso y de tal manera se establece un juego con trampas, una relación como si se tratara de iguales con las mismas oportunidades. El que miente es en este sentido un tramposo…Pero no puede taparse el cielo con un harnero, por lo que más temprano que tarde, la primera mentira entra en colapso y debe ser disimulada con una segunda mentira, que a su vez deberá relacionarse con una tercera, porque una mentira rompe el sistema de redes lógicas de causa-efecto, por lo que al desacomodar una pieza, se desacomodan las demás del sistema , hasta que al no poder sostener todas las piezas en sus nuevos sitios ficticios el sistema total colapsa y la mentira cae brutalmente arrastrando los relatos que las sostenían, es literalmente una “catástrofe” , la caída de las estrofas mentirosas..Cuando esto llega, ya ha tiempo atrás en general  el “mentido”  dudaba en algunas partes del relato y por eso insistía en seguir preguntando al “mentidor”, ya que algunas de las piezas no cerraban bien…Ya se sabe, como decía mi abuela, que en boca de mentiroso, lo cierto se hace dudoso.


© by Alberto Farías, Madrid, 2014

Referencias:
-Lemos Giráldez ,S (2005) Simulación, engaño y mentira . Pap. del  Psicólo  92 
-Trivers, R. (2013) La insensatez de los necios. Katz, Madrid
-Poe, E A (1993) La carta robada en Obras Completas. Ed.Claridad
-Merton ,R  (1964) [1948] “La profecía que se autorrealiza”, D.A.I Ed.Bs As.



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