sábado, 10 de enero de 2015

La sociedad de los miedos...

Psicología Social e identidad nacional


La sociedad de los miedos
por Alberto Farias Gramegna


“El miedo es el argumento de la razón y la prisión del corazón” - Anónimo

C
uando en los inicios de los ochenta la dramaturga Diana Álvarez creó y dirigió aquellos míticos unitarios “Nosotros y los miedos”, rodeando la censura del régimen militar de la época, planteo uno de los temas tabúes para la sociedad argentina: la paradoja de tener miedo de hablar precisamente de sus miedos paradigmáticos, y en particular de aquellos vinculados con los mitos folclóricos del “ser” nacional, del “como somos”, olvidando  -al decir de Eladia Blázquez- que de no hacerlo a tiempo “no seremos nunca más”.
Como nunca hoy la sociedad argentina aparece atravesada por muchos miedos, que parecen haberse potenciado de manera abrumadora por la traumática conmoción social que generó la noticia de la aún oscura muerte de un fiscal de la Nación, quien para una probable mayoría parece haber encarnado a la sazón un compendio de valores personales y ciudadanos extrañados, más allá del grado mayor o menor de veracidad, de las implicancias políticas y de las polémicas suscitadas por el impactante y puntual asunto jurídico que puso a la consideración pública.
Escuchando los comentarios de anónimos oyentes entrevistados en diversos medios, la palabra “miedo” aparece con notable recurrencia: miedo a la inseguridad física, a la inseguridad jurídica, a la pérdida del empleo, a la incertidumbre del futuro mediato, a la discriminación ideológica , a los fantasmas del autoritarismo político, a perder una vez más la República, a la maldición de votar siempre “en contra de”, o eligiendo el mal menor, a caer en la marginalidad económica, a ver a los hijos sin proyecto de vida en su propia tierra, a sentirse defraudado y estafado por políticas amorales, a caminar mirando siempre hacia atrás y nunca poder levantar la cabeza para ver más allá del horizonte. A sospechar, en fin, que quizá -cual en “Il Gattopardo-  luego algo pueda cambiar para que nada cambie. Pero también miedo a estar mal consigo mismo, a mentirse y negarse, envuelto en el sopor de la mitomanía cotidiana del poder de un relato triunfalista que violenta las almas críticas. Es que de pronto, como en el cuento de las ilusorias ropas magníficas del rey, el sobresalto de lo siniestro rasgó el velo que ocultaba una realidad sociocultural cuyo conocimiento a la vez perturba y libera: ¡el rey estaba desnudo!

Esa cosa llamada miedo

El miedo es la conducta instintiva autodefensiva de los animales superiores por antonomasia. El miedo es la respuesta funcional a un peligro posible, a la injuria física o psicológica. El miedo humano es un miedo complejo de mixtura socio-bio-psicológica, resultante de nuestra condición de criaturas culturales, incompletas, falibles y vulnerables pero también de nuestra necesidad saludable de ser reconocidos y aceptados socialmente: la locura y la delincuencia son finalmente efectos tardíos de  un repudio anómalo del sujeto a una  adaptación activa a los patrones sociales consensuados por la norma. Por eso si esa “norma” muda en sus valores morales, la mayoría de los sujetos de esa sociedad tenderán a adaptarse dramáticamente a esa nueva escala axiológica para no quedar afuera. Es más fácil ir con la corriente que contra ella, como se  muestra en la clásica obra teatral “Un enemigo del pueblo” de  Henrik Ibsen.
Pero volvamos al miedo: éste puede ser un motor de adaptación y detección del peligro, pero también puede ser un efector de alienación y parálisis. Se ha dicho que frente a un peligro real es mucho más útil la prevención activa que el temor pasivo. El miedo puede deshumanizar y al mismo tiempo puede ayudar a reconocer la real dimensión de una amenaza.  Lo cierto es que es lo primero que aparece en la víctima y también lo que busca instalar el victimario. En nombre del miedo se pueden obedecer órdenes indignas, se puede vender el alma y se puede denigrar al semejante o torturar al otro por obediencia debida al discurso dominante o en nombre de una ideología fanática a la que se puede adherir también por miedo al vacío existencial que da el agnosticismo secular de la postmodernidad. A veces la razón provoca más miedo que la irracional  ilusión.

Realidad y libertad: miedo a perder el miedo

Resulta tan inicuo tener miedo de vivir responsablemente con uno mismo, como patológico desestimar toda amenaza real expresando una omnipotencia temeraria. Nacemos desnudos y libres pero también carentes y al socializarnos la libertad , paradojalmente, puede darnos miedo, tal como demostró Erich Fromm en su célebre “El miedo a la libertad”, un clásico sobre la lucha del hombre por ser él mismo, con su identidad libérrima por sobre los temores adocenados, las mediocridades de la sociedad “políticamente correcta”,  las identidades corporativas, los fanatismos y las ideologías de dominio sobre la vida de los otros, porque libertad y crecimiento son solidarios.
La nuestra es hoy una sociedad de miedos antes que de esperanzas porque siempre se ha fascinado con los estilos autoritarios de interacción que resultan luego en seudo-liderazgos por la esencia clásica de su metamensaje: “no necesito que me quieran, solo que me teman”.  Así los unos y los otros se temen mutuamente. Es que nosotros somos los otros de los otros: la verdad del otro nos da miedo porque pone en tela de juicio la nuestra y con ella la idea misma de realidad como relato unívoco. Hay quienes están más enamorados de su verdad que otros: son los ideólogos y fanáticos que pretenden imponerla elevándola a la categoría de Universal. Pero también, como se ha dicho, ocurre que a veces negamos nuestra propia percepción cotidiana por miedo a quedar fuera de la colmena y así el miedo resulta ser nuestro “socio del silencio”. Ese es el camino que lleva a lo que he dado en llamar el “oportunismo moral” de la sociedad. Todo parece decirnos entonces, que cuando el miedo termina impidiendo la palabra libre y plena de identidad, el silencio que escuchamos no es salud.



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URL de las imagenes:
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/c/c2/COS_09.JPG/250px-COS_09.JPG




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