viernes, 12 de enero de 2018

ALMAS A BORDO...

Literatura y Psicología social

Almas a bordo
Por Alberto Farías Gramegna

                                                                          


“(…) Somos una sombra que espera su turno tras el decorado, sólo para salir un breve momento a escena, decir nuestra parte y desaparecer... " - Shakespeare (Macbeth)


Los últimos 20 años, trabajando en diferentes organizaciones productivas , como asesor en unas , investigador en otras y gerente de RRHH en una ocasión, me han permitido desarrollar un modelo comprensivo del comportamiento humano vinculado al contexto de las organizaciones formales e informales, en que todos desarrollamos los proyectos de nuestras vidas. Ese modelo tiene en cuenta lo que considero las tres dimensiones básicas del hombre: biológica, sociológica y psicológica.
La primera alude a las necesidades inherentes a la “persona”: sustento, descanso, afecto, identidad, etc. Es una dimensión que nos acerca, nos iguala. La segunda apunta al grupo de referencia y pertenencia: rol laboral-profesional, cultura, ideología, religión, que nos diferencia, nos separa en la ilusión de “los unos y los otros”. Y la tercera refiere a la manera de adaptarnos al entorno, las estrategias de relación con las otras personas, con las situaciones y con el mundo: es la dimensión psicológica, es decir el comportamiento expresado por el estilo de personalidad. Esto nos agrupa, nos clasifica en introvertidos, extrovertidos, etc. Estas tres dimensiones están en constante interacción entre ellas y con una cuarta, externa a cada uno de nosotros: la situación, eventual o permanente, algo imprevisto o algo rutinario.

La persona detrás del personaje


“El teatro nace en la fiesta, -dice el dramaturgo Carlos Buero- cuando ésta era invocación y rito”. De aquellas fiestas primitivas, en honor al mítico Dioniso, surgen como  inseparables los personajes que sostienen las mascaras del llanto y la risa. Tespis de Icaria, está considerado  como padre de la dramaturgia y “el primer actor” de la historia del teatro griego de la tragedia y la comedia.
Somos personajes en el teatro del mundo, y nuestra vida cotidiana se despliega en el escenario de las situaciones sociales de la que somos parte inevitable, nos guste o no, en tanto seres sociales y por tanto actores de roles que nos preceden. Pero hay una tensión en delicado equilibrio, entre la persona biológica que somos y el personaje socio-laboral que asumimos por defecto o por elección.
“No queremos ser personajes  -asevera Buero-  En el fondo de nuestros corazones late un pulsar insobornable que quiere ser libre”. Hay aquí una aparente paradoja, toda vez que las fiestas, lo carnestolendo, las bacanales romanas o las orgías dionisiacas griegas en honor a Baco y Dioniso, implican a la vez una liberación del personaje social bajo la caricatura del disfraz, es decir asumiendo otros personajes que la vida cotidiana no permite. “La fiesta, -concluye nuestro autor- es “un momento de ruptura de lo cotidiano...y hace que nos sumerjamos en (el anonimato, agrego) de la colectividad. Es el momento en que se permite lo que antes estaba censurado, el momento del disfraz y la máscara. Es la ocasión para quitarnos el corsé de nuestro personaje y dejar correr libremente nuestras energías sin fin ni propósito”. En este punto preciso, el disfrazado juega a ser otro, un personaje al que puede entrar y salir como juega el actor de teatro cada vez que protagoniza al héroe o al villano.
Pero del personaje social  -no el del “cómo sí”- del teatro o la fiesta comunitaria, no se puede entrar y salir lúdicamente, porque es parte de la identidad del sujeto: ser padre es para siempre y cambia la autopercepción que de sí mismo el que lo es. Ser carpintero o médico, artista plástico, músico, periodista  o escritor, no es un juego de simulación más o menos virtuoso, sino una entidad personal que me posiciona y me define, familiar o laboralmente.

Almas a bordo

El escritor de ficciones, es alguien que al jugar el rol laboral identitario que lo define, esto es, inventar historias, se permite al mismo tiempo proyectar sus disfraces en los personajes que crea en sus cuentos, novelas, relatos o guiones de teatro, cine o TV. Es, tal como el actor, alguien que hace decir y hacer al personaje creado o protagonizado, que no es, desde el personaje profesional que sí es. 
De tal manera que hace subir a bordo de su imaginación a muchas almas distintas a la suya, algunas odiadas y temidas, otras amadas y deseadas. Así, el escritor es uno y muchos en el onírico escenario de la ficción, que construye como parte de un arte que le permite soñar paraísos uterinos y también conjurar la angustia maniquea del ser humano, contradictorio al fin de cuentas como esencia de su naturaleza, socializada a fuerza de cultura y represión, dicho esto último en el sentido que le da el psicoanálisis: el de controlar y anular los impulsos antisociales.
Como escritor vocacional desde mi adolescencia, soy consciente de esa maravillosa oportunidad que resulta un escape de la alienación inevitable que nos propone la identidad en cualquier rol laboral, por más elegido que haya sido con afecto y entusiasmo. Por eso mismo, mi último libro publicado en España el pasado año, se llama “Almas a bordo”, título de uno de los relatos de ficción que cuenta la historia de un desencuentro, en el contexto de la vida amorosa de un piloto de avión. La persona detrás del personaje.

Publicado en La Capital de Mar del Plata el 11/1/2018 
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