miércoles, 3 de diciembre de 2014

La ley y la mujer del César...

La Ley como la mujer del César
Por Alberto Farías Gramegna



“La mujer del César no solo debe ser honrada sino también parecerlo” - Plutarco
“El respeto a las leyes como ciudadanos  nos garantiza la libertad como hombres” – J.B. Alberdi
                                                                                        
C
uenta Plutarco que Julio César decidió divorciarse de Pompeya a causa de un confuso incidente de alcoba. Los jueces le preguntaron por qué quería divorciarse, si no le constaba que su esposa le hubiera engañado con un amante, a lo que el emperador respondió: "Porque pienso que mi esposa debe estar por encima de toda sospecha, la mujer de César no sólo debe ser honesta, sino también parecerlo".  Luego la expresión "Como la mujer del César" se emplea cuando se exige a una persona pública una rectitud moral excelsa y escrupulosa.

Todo dentro de la Ley

Nada fuera de la Ley. Sin embargo este aserto es desestimado con frecuencia por la sociedad en su conjunto y por sus dirigentes en particular. Al eslogan lo hizo famoso Juan Perón, aunque su origen se halla en la Italia fascista: La frase deriva metamorfoseada y casi irreconocible de otra en apariencia muy diferente en su esencia propositiva: “Todo para el Estado, todo por el Estado, nada fuera del Estado”, repetía Benito Mussolini.  Pero cuando la Ley sucumbe a los caprichos e intereses personales y el Estado se confunde con el gobernante de turno, ambas frases en apariencia diferentes se acercan en su significación última.
“L'État, c'est moi” (El Estado soy yo), habría dicho alguna vez Luis XIV frente al Parlamento: “Ustedes están aquí por mi voluntad”. Para el “Rey Sol” la Ley, el Estado y su persona, se confundían.
A partir de 1661, Luis XIV anuncia que sería su propio primer ministro.  Gobierna Francia durante más de cincuenta años, con absoluta omnipresencia y se piensa como modelo autocrático gobernando por derecho divino. Así establece la estructura absolutista del Estado, organizando consejos consultivos coordinados por hombres totalmente dependientes de su voluntad que llevaban  adelante sus indiscutidas instrucciones. “La demanda de los parlamentos provinciales de un veto sobre los decretos reales se silenció totalmente. Los nobles, potencialmente peligrosos por ser descendientes de la antigua nobleza feudal, quedaron unidos a la corte a través de cargos prestigiosos pero de carácter ceremonial, que no les dejaban tiempo libre para su actividad política. Una parte de la burguesía se mantuvo políticamente satisfecha con la garantía de orden interno que le ofrecía el gobierno, el fomento activo del comercio y la industria y las oportunidades de hacer fortuna explotando los gastos del Estado” (1)  

Esclavos de la Ley

Como vemos la historia -tal cual lo quería Vico- tiene su “corsi e ricorsi”, y esa recurrencia  nos advierte que el arco de la Ley y la cancha de la Constitución se mueven según los vientos  soplen a favor o en contra de la estrategia del poder y sus acólitos, intentando reemplazar la interacción reguladora de los poderes institucionales. Sin reglas no hay deporte y sin deporte no hay partido. Sin Ley no hay República y sin República no hay Democracia genuina.
En su “Fenomenología del Espíritu” Hegel acude a la dialéctica del amo y el esclavo para ilustrar el juego entre lo que llamó la “conciencia señorial” (superior, abstraída, autosuficiente) y la “conciencia servil” (inferior, atenta y dependiente del mundo sensible de las cosas), y mostrar así con aquella metáfora cómo la relación entre dos personas que ocupan diferentes lugares formales de poder, se convierte finalmente en una relación de mutua dependencia, en donde el amo depende del esclavo hasta ser él mismo esclavo de la presunta libertad que el poder omnímodo le otorga: “El señor necesita del siervo, y en esta necesidad pierde su independencia, y el siervo, al ser puesto por él mismo señor como esencial, pierde su condición de ´prescindible´, quedando como lo más necesario La Psicología ha mostrado muy claramente la complejidad de las relaciones de sometimiento, en donde el sometido termina teniendo -aún desde su limitación y sufrimiento- un poder invisible sobre el sometedor. Así el politico debe su lugar al voto contingente del elector.

Dura lex, sed lex

La ley es dura, pero es la ley. Hay una dialéctica de proporción inversa entre la delegación del poder y la instauración de la ley en el marco de una sociedad de derecho: Cuanto más Poder unilateral, menos vigencia de los “poderes” institucionales que provee y prevé la Constitución (Lo común consensuado: co-instituir). Al revés, cuanto más Ley (con mayúscula porque representa la vara universal que está por sobre los intereses particulares), menos posibilidad de “leyes” amañadas al uso del Poder de turno que inevitablemente conduce a decisiones discrecionales, potenciadas por la arbitrariedad, que “corren el arco”  y  cambian las reglas del juego cada vez que la pelota amenaza.
Complementariamente, el ciudadano argentino medio tiende a asociar la vida en democracia con un comportamiento individualista, libertino, anárquico y hasta anómico, que busca ganar siempre, ignorando la Ley y asociando la Democracia y la República como una misma cosa, indiferenciada y confusa, aunque son dos dimensiones complementarias y diferentes: la primera expresa que una parte sustancial del poder reside en la voluntad popular de mayorías (y minorías), a traves de los mecanismos electorales y de consulta directa vinculante; la segunda alude justamente a la forma de distribuir ese poder  y a los resortes de control institucional, donde cada poder está limitado por el otro, en el marco  de lo que prescribe y lo que prohíben las leyes, conforme los bordes filosóficos constitucionales.  Sin embargo se cree -tal como lo predica el populismo- que el voto de una mayoría circunstante habilita a cualquier acción de gobierno, que por ser legítimo en su orígen no debiera preocuparle la prolijidad republicana. Todo lo contrario: la libertad nos plantea la necesidad inalienable de ser esclavos de la Ley, y no solo serlo sino, como la mujer del Cesar, parecerlo.

(1)(Francia y el Absolutismo, Planeta Sedna).
  http://afcrrhh.blogspot.com.es/

  Visita mi sitio de RRHH:  http://www.albertofarias.com 



*  *  *

No hay comentarios:

Publicar un comentario