viernes, 1 de agosto de 2014

La realidad como Jano ....

La realidad como Jano 
y el malentendido fundamental
Por Alberto Farías

P
ropongo para pensar la realidad, lo “material” que nos entorna, dividirla en “realidad real”  (o exterior)  y  “realidad percibida”  (o interior), que es una realidad construida sobre la base de la realidad real.

Las realidad como Jano
Jano (Ianus) era un dios de la mitología romana que tenía dos caras mirando hacia ambos lados de su perfil.  Era el dios de las puertas, los comienzos y los finales. La realidad como Jano tiene dos caras que tienen continuidad pero están en las antípodas del proceso que va del objeto al sujeto.


La realidad percibida es por fuerza la interpretación subjetiva de lo objetivo más lo proyectado sobre el afuera real. Pero lo objetivo es en tanto cosa exterior percibida y por tanto subjetivada. La cosa por fuera y anterior al acto de ser percibida por el sujeto es la cosa “en sí”, y no puede ser llamada aún objetiva, sino  en todo caso “lo existente pre-supuesto” (existente literalmente quiere decir ente externo), pre-supuesto porque solo podemos imaginarlo, suponerlo retrospectivamente anterior a nuestra llegada como sujetos percipientes. En el momento en que miramos la cosa transformamos lo “existente” (objeto en sí) en “objetivante” (objeto para mí) y por tanto en un algo que será interpretado por nuestra subjetividad y será investido, en ese acto, por nuestras proyecciones cognitivas y afectivas.

El malentendido fundamental
Pero el problema es que en el acto de percibir se crea espontáneamente un “malentendido” con nosotros mismos: creemos que lo objetivo es lo existente, es decir confundimos lo percibido con la esencia de la realidad real (accesible solo parcialmente a través de un esfuerzo crítico intelectivo).  Esa confusión hace que creamos que lo que pensamos de lo que vemos y conocemos es “la única verdad” porque es justamente la ilusión de la objetividad fundida con la existencialidad de la cosa. Juan Perón, el caudillo militar argentino que soñaba con un    país corporativo, que hiciera posible una suerte de “fascismo bueno”, no violento, encarnado en lo que llamaba “la sociedad organizada”, solía repetir que “la única verdad es la realidad”. ¿Pero de que “realidad” hablaba? .Sospecho que de la realidad tal como la percibía un peronista. Sin embargo la existencialidad de la cosa es susceptible de múltiples objetividades como sujetos percipientes haya.

Digresión oportuna
Hago aquí un breve aparte con un matiz de análisis político. Hoy un kirchnerista convencido (secuaz) ve la realidad argentina a través del “relato” de la década ganada, el combate contra la oligarquía, los poderes concentrados, los medios corporativos del “sistema” y de la lucha latinoamericana por la liberación (sic), aunque no se entera que la mayoría de los países latinoamericanos que han crecido en los últimos años no solo en su PBI sino en el desarrollo real de su calidad de vida e infraestructura (Uruguay, Chile, Perú, Colombia, el propio Brasil con sus contradicciones estructurales, etc.) están absolutamente alejados de tal cosmovisión propia de la Guerra Fría y la desastrosa Revolución Cubana. Hoy la contradicción principal   -como se decía entre los marxistas maoístas setentistas- no pasa por capitalismo-socialismo, sino que está dentro mismo del capitalismo: es la confrontación del capital productivo vs. el capital financiero, es decir lo productivo vs. lo especulativo, que pudiera también pensarse como Mercado con Estado o Mercado sin Estado. Cosa muy diferente a pensar una fusión de un Estado doctrinal absorbiendo y dominando políticamente al Mercado con  la consiguiente amenaza a la libertad del ciudadano y la muerte de la motivación de la competencia.

La objetividad grupal y la ilusión de pertenencia
Vale decir que algunos de esos sujetos pueden edificar una ideología común y por tanto participar de una “objetividad grupal”: es el caso como vengo diciendo de los grupos ideologizados, sectarizados que tienden al pensamiento único. Ellos al ver todos “lo mismo” por efecto del marco interpretativo doctrinal corporativo y significarlo de la misma manera refuerzan la ilusión de la coincidencia de la “realidad real” (el objeto “existente” en sí) con la realidad subjetivada (el objeto “objetivante” para mí). Es el “efecto religioso”: para todos los que creen en un dios, lógicamente dios existe, resulta “natural” y obvio ya que  -como creía el racionalismo cartesiano- el mismo pensamiento en dios, una entidad perfecta, es la confirmación de su existencia.  Descartes afirmaba que el hombre no era perfecto, ya que dudaba ante el conocimiento potencial, pero al pensar en Dios poseía la idea de algo perfecto. Como -razonaba- es imposible que algo perfecto surja de algo imperfecto. ¿De dónde podía haber extraído entonces el hombre la idea de Dios? Tuvo que ser de una realidad, un ser perfecto, que existía en forma externa e independiente de su conciencia. Por este curioso entramado silogístico concluye que Dios existe y es la causa de la idea que el hombre tiene de tal perfección absoluta. La misma lógica se verifica en un fanático ideologizado, un verdadero creyente religioso, político o social: un integrista del dogma religioso, un nazi, un comunista, un místico. Por esta convicción se ha llegado a cometer los crímenes y las atrocidades más terribles de la Historia. Hoy mismo el interminable conflicto árabe-israelí, -un conflicto “familiar” entre hermanos del mismo padre, dado que estas dos comunidades étnico-religiosas tienen, al igual que el cristianismo, un mismo lejano origen: el gen abrahámico (1)- está enmarcado en esta lógica de verdades “evidentes” para cada parte según el cristal con que se las mire, o mejor dicho ilusoriamente evidentes.
Volviendo a este lugar del planeta, si un sector de argentinos piensan en que hay una “conspiración oligárquica”, eso sería prueba de que “efectivamente existe”. La psicología del pensamiento colectivo muestra como el solo hecho de pensar grupalmente en algo tiende a “confirmar” su existencia. Es el poder mágico de las ideas cuando están atravesadas por la mística del afecto compartido y la emoción elemental de la horda primitiva, alejada de la razón analítica que intenta descentrarse para apenas rozar modelos hipotéticos de la cosa en sí, el existente. Un tremendo y dramático malentendido, que muchas veces en la Historia ha producido enormes tragedias. Este malentendido es fundamental porque no solo se asienta en los fundamentos de una red de creencias autoreforzadoras de su propia lógica, sino que a la vez crea constantemente nuevos fundamentos a manera de confirmación de aquellas creencias, utilizando la dinámica de la profecía autocumplida. Es lo que hay… y conviene estar alerta.

(1) Abraham fue padre de Isaac.  De este hijo deriva el judaismo.También fue padre de Ismael, hijo de su esclava egipcia, Luego fue padre de Madian, hijo de Cetura, después de la muerte de su esposa Sara. De los hijos de Abraham, excepto  Isaac, nacieron las tribus árabes origen de la religión musulmana. 
Por su parte de la religión Judía nace como se sabe el Cristianismo a partir de la muerte terrenal de Jesucristo, un judío disonante.
De tal suerte el Judaísmo, el Islamismo  y el Cristianismo están relacionados con la paternidad de Abraham, un señor muy prolífico y vital.

       

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