martes, 29 de julio de 2014

La unanimidad de pensamiento como verdad sospechosa...

El valor de lo plural en la búsqueda del consenso          

             La unanimidad de pensamiento
como verdad sospechosa
por Alberto Farías


“Que la boca mentirosa incurre en tan torpe mengua, que solamente en su lengua es la verdad sospechosa”
-Juan Ruiz de Alarcón: La verdad sospechosa

“La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
Agamenón: - Conforme.
El porquero: - No me convence..”  - Antonio Machado: Juan de Mairena

U
nanimidad quiere decir  “coincidencia de ánimo”, concurrencia unívoca de voluntades y convicciones, encuentros de conveniencias y/o concordancias de creencias. Por fin la unanimidad podría emerger de una sobredeterminación ajena o externa a los sujetos, devenidos en objetos animados por circunstancias sin opción. Aunque en este último caso la unanimidad pasa a ser un efecto obligado por el sentido común: si hay fuego en la sala de un cine, todos unánimemente  -salvo el suicida- querrán salir de ese lugar.
Por lo dicho, una actitud unánime puede darse en circunstancias extremas, por dogmatismo sectario, en ocasiones especiales o por temas de tal fuerza emocional o racional, que todos los implicados al momento coinciden. Sin embargo  -y por la simple razón de la diversidad y el pluralismo de personalidades, historias personales, creencias, intereses, ideologías y opiniones “a la violeta”, lo normal es -si se me permite el término- la “pluranimidad” y lo raro la unanimidad. En todo caso las ocasiones unánimes suelen ser  contingentes, limitadas temporalmente y duran lo que dura la situación de la que emergen.

El pensamiento único y la vida de los otros

Si hay una obsesión que define más claramente a los gobiernos populistas demagógicos,  los regímenes autoritarios  y muy especialmente a los totalitarismos político-religiosos, como los integrismos teocráticos y las ideologías totalizantes como el comunismo o el nazi-fascismo,  es la constante búsqueda final de una supuesta unanimidad de pensamiento en la búsqueda de la verdad política. Esa unanimidad es absurda pero eficaz a la hora de manipular las voluntades. Es el sueño terrible del reinado del pensamiento único, moldeado por acción propagandística sistemática y por omisión de una parte de la realidad, a la manera de un objeto de producción en serie. Los instrumentos para esa mítica meta son la coacción, el terror, la mentira, la propaganda sugestiva y el pensamiento mágico.
Por lo contrario si hay algo esencial  que caracteriza  a las sociedades abiertas, laicas y democráticas -donde el derecho humano principal es el de la persona como entidad individual- esa es la diversidad de ánimos y la multiplicidad de opiniones, algunas semejantes, otras muy diferentes.
Opinar libremente es comunicar intuiciones sin obligación de ser rigurosos, exponer impresiones informales y miradas existenciales sobre el mundo. Ni siquiera en los límites y alcances del sistema que las contiene a todas, los actores concurren con unanimidad de criterio.
Esa curiosa y elástica característica es precisamente la que hace a los sistemas abiertos, vivos y en cambio y renovación permanente. Es lo que marca un abismo moral y ético entre el respeto por el otro y la manipulación del otro como objeto. La diferencia entre ser  ciudadano u hombre masa.
También es la que permite el crecimiento de la inteligencia social y la creatividad productiva sostenida en la libertad de los actores y no en el temor a un sistema coercitivo. Es decir la “no-unanimidad” o “pluranimidad” es motivadora en sí misma.
Pero todo esto no significa una apología del constante desencuentro. Para nada. Porque la no unanimidad de partida o presupuesta, no implica que no se coincida en determinadas reglas básicas estratégicas que evitan caer en los dilemas paralizantes y por lo tanto son esas normas culturales y reglas institucionales las que coadyuvan para mudar las pluranimidades existentes en consensos tácticos que permiten construir soluciones estratégicas de interés común.

La unanimidad sospechosa

Y bien, si aceptamos que toda unanimidad “total” (valga este aparente pleonasmo que en verdad no lo es) es decir que implique la totalidad del “universo” considerado, tiene por fuerza una vida fugaz, solo la coacción o la mentira pueden pretender clonar los pensamientos y alinear (alienando) las ideas en una sola que las pretenda subsumir y conculcar.
Los grupos llamados “primarios” (como la familia endogámicas o las sectas, cuyos individuos está ligados por fuertes lazos emocionales directos y/o por identificaciones indiscriminadas) manifiestan una tendencia “natural” a crear y alentar climas psicológicos de pensamiento clonal, sostenidos en estados anímicos especulares (en espejo).
Estos grupos tienden a alienarse, al ser uno-en-el-otro, es decir a con-fundirse en la imagen del par. Así el imaginario (palabra que deriva de imagen) totalizante es la búsqueda del ideal de la unanimidad.
Como he dicho antes y vale la pena reiterarme: los ideologismos dogmáticos y fundamentalistas extremos  impulsan el pensamiento único oficial como equivalencia de verdad y castigan (a veces hasta con la muerte) los desvíos del pensamiento “equivocado” (sic) por eso hablan cínicamente de “re-educación”. Similar actitud de desagrado e intolerancia frente al pluralismo de ideas, aunque con efectos menos dramáticos, encontramos en los gobiernos  populistas, de índole personalista (cualquier semejanza con la realidad en la que pueda pensar el lector es pura causalidad), bonapartistas, cesaristas y otras ramas del mismo árbol demagógico. En el pasado la Iglesia católica medieval  -y ahora mismo los empeños dogmáticos de cualquier religión- no toleraba el pensamiento doctrinal diferente, al que se lo considera herético y causa de puniciones terribles. Hoy en pleno Tercer Milenio hay países que condenan a muerte a quien quiera convertirse a otra creencia. Pensemos en el juicio que para salvar su vida hizo abjurar a Galileo de su visión heliocéntrica. Otra vez el imaginario de unanimidad a palos…y sin embargo la Tierra rebelde se siguió moviendo en contra del pensamiento oficial de la época, confirmando que la fantasía de las unanimidades permanentes es siempre una verdad sospechosa.

 imágen: http://juanvaldescesar.blogspot.com.es/2012/02/groupthinkinteresante-teoria.html

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