domingo, 10 de diciembre de 2023

LA PANADERÍA

 Breves relatos desde el bar III

                                     La panadería

(un lugar para no olvidar)

por Alberto Farías Gramegna


E

se día llegué más temprano que de costumbre y recién abrían. Como todas las mañanas entre las 9 y las 9,30 desayunaba allí, en la panadería-cafetería de Emma. La rutina es proveedora de seguridad, aunque oculte nuestras virtudes potenciales. Allí me sentía contenido y podía mirar el mundo exterior a través de las vidrieras que amortiguaban el molesto ronronear de los coches y las motos. Desde mi puesto de observación, mientras saboreaba el consabido café con leche y la media tostada con tomate, exploraba el paso de la gente que iba y venía, a tantos lugares posible y de seguramente, por la temprana hora, sus casas, también llenas de rutina.

Luego de enviar algunos mensajes relacionados con mi trabajo -soy vendedor de pólizas de seguro- me dispuse a planificar el resto de la mañana.

Iría a ver a tres clientes potenciales, que había contactado el día anterior y luego dedicaría una hora a visitar una tienda de ropa. Me estaba haciendo falta un par de camisas nuevas. Soy muy prolijo en mi vestimenta y siempre uso riguroso traje y corbata en mi horario de trabajo, sin olvidar los zapatos al tono con la ropa. Es importante el aspecto del vendedor. Como dice la Legrand: “Como te ven te tratan. Si te ven mal te maltratan...si te ven bien te contratan”. Por eso voy siempre impecable: bien afeitado, las uñas cortas y limpias y el peinado siempre a la moda.

Saludé a Flora, la chica colombiana que atendía el local, y como siempre me respondió con una seductora sonrisa que me hacía tener fantasías con ella, impropias, debo decir, para un cliente impoluto como yo, y salí a la calle dispuesto a iniciar la jornada conforme a mi agenda.

Al llegar a la esquina, justo a la vera de la avenida y la calle 42, algo extraño llamó mi atención: un hombre anciano desde la vereda de enfrente me llamaba agitando el brazo derecho reiteradamente en un claro gesto de acercamiento presuroso                                                                                                  

Era un buen inicio -pensó Hernán- y lo del hombre enigmático lo entusiasmó, aunque aún no tenía idea de cómo continuar. De pronto dejó de escribir y miró su reloj. Mañana retomaría esa historia. Era hora de ir a dar su clase de Literatura Moderna y Contemporánea en la Facultad. Pagó su café cortado y salió apurado a la calle- Cada tarde sentado en su mesa favorita de “La Panadería”, avanzaba en la escritura de su nuevo libro: “Breves relatos desde el bar”, (un lugar para no olvidar).

URL de la imagen:  https://us.123rf.com/450wm/luckybusiness/luckybusiness1407/luckybusiness140700018/30319146-la-mano-del-hombre-escribiendo-en-un-papel-con-una-taza-de-caf%C3%A9-en-la-mesa-de-madera-vista-desde.jpg

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