Psicología social
“Es lo que hay”
(crítica de la dialéctica entre
razón y circunstancia)
Por Alberto Farías Gramegna
textosconvergentes@gmail.com
“La
causa determinante de un hecho social debe buscarse entre los hechos sociales
antecedentes y no entre los estados de
conciencia individual”-Emile Durkheim
P |
ropongo
aquí a “la razón”, no como un ideario absoluto asido a una lógica formal, sino
como relación dialéctica entre necesidad y circunstancia.
A
esta última la consideraré como una particular interpretación sesgada de la
realidad.
Razón y circunstancia, aspectos contrapuestos, aunque complementarios, ligados por un tercero en discordia: el factor afectivo (insumo básico, aunque no excluyente, de la irracionalidad). Esta humana moneda, con sus dos caras y el borde que la une, determinan la percepción del mundo y la adaptación del sujeto a su medio ambiente natural y sociocultural.
Razón y sentimiento
Así
razón y afecto coadyuvarán cooperando o compitiendo en la construcción de “la
circunstancia” como precipitado de condiciones objetivas y subjetivas. La razón
tenderá a “objetivizar” su descripción en tanto que el afecto lo
“subjetivizará” al punto de deformarla. Siempre un grado de afectividad en
mayor o menor medida inficiona cada intento racional de ordenar el mundo.
Toda
percepción es ya una resultante mixta, que surge de lo psicofisiológico, una
reconstrucción del entorno material convertido en la realidad del que percibe.
Un cambio efectivo de ciertas condiciones objetivas externas al sujeto
condicionará la resultante de aquella percepción, dando menor libertad para la
interpretación de “las circunstancias”. Mentando a Hume: “La naturaleza
humana es inmutable. Si queremos cambiar los comportamientos debemos cambiar las
circunstancias. Si la naturaleza fuera pródiga y los hombres generosos la
Justicia no tendría razón de ser”.
Y
con Guiddens recordemos además que cuando se reproduce la acción se reproducen
también los contextos donde transcurre la vida social
Pero el hombre como “ser natural” responde a su libérrimo albedrío, solo coartado por sus creencias y autocensuras o por la coacción social. Después de todo la libertad es la condición misma de la imputación sea esta jurídica, religiosa o moral.
“Es lo que hay”: el hombre y su circunstancia
Soy
“yo y mi circunstancia”, tal como quería Ortega y Gasset, tomando en cuenta el
condicionamiento que la oportunidad ejerce sobre la decisión humana: ¿Son las circunstancias que rodean la vida de una
persona las que van a definir su comportamiento o es la respuesta de cada uno
ante las circunstancias las que definen la conducta final? Como ya se dijo,
aquellas no son totalmente objetivas, sino que se construyen en la
interpretación que el sujeto hace de los factores objetivos que “lo sitian” y
frente a los que “se sitúa”, resultando “sitiado” y “situado”. Lo uno por los
obstáculos reales, lo otro por el lugar que toma ante estos obstáculos.
Aunque existan minorías estadísticas, se termina valorando como útil (bueno) o inútil (malo) lo que hace la mayoría; (lo normal define lo normativo: “Donde fueres, haz lo que vieres”, dice el refrán) y esto es finalmente la “circunstancia social”, frente a la cual, la razón se rinde y con ella la ética asociada, que resulta también arrasada ante el reemplazo de la moral por una suerte de amoralidad pragmática, cuyo principal exponente es lo que llamo “la irracionalidad del afecto negativo” (miedo a la diferencia, a la pérdida de poder, etc.). Lo cierto es que, con la expresión de moda en la cultura criolla: “Es lo que hay”, se termina aceptando resignada o condescendiente justamente “lo que hay”.
Circunstancia, crisis y liderazgo
Para
Bourdieu “El conocimiento del mundo social y de las categorías que lo
posibilitan es lo que está en juego en la lucha política, una lucha
inseparablemente teórica y práctica por el poder de conservar o transformar las
categorías de percepción de este mundo”.
En
este sentido, el fracaso de una clase dirigente será ineludible si asume -por
acción u omisión- que sólo forma parte de “la circunstancia”, olvidando que los
liderazgos son tales cuando trascienden a esas mismas circunstancias, para
bien, si traen civilización y progreso o para mal, si alientan la barbarie y el
atraso.
El hombre de la calle, ciudadano de a pie, ante la circunstancia, suele hablar de “crisis de valores”; sin embargo -dice Habermas- sólo cuando los miembros de una sociedad experimentan los cambios de estructura como críticos para el patrimonio sistémico y sienten amenazada su identidad social, se puede hablar realmente de “crisis” en sentido estricto. El problema consiste en saber cómo se interpretan las causas de esa crisis: como efecto de la misma circunstancia recurrente o como ausencia de esta.
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