jueves, 14 de enero de 2016

Hay equipo....

Hay Equipo

Por Alberto Farías Gramegna (*) 


La forma de organización del trabajo es clave para lograr convergencia de eficacia con eficiencia (alcanzar la meta en tiempo y forma). Hoy el paradigma sociocultural es el “equipo”.
Un grupo productivo dado, que adopte la técnica del trabajo en equipo, produce efectos y resultados que trascienden y complejizan la mera suma de las potencialidades individuales que lo constituyen. El trabajo en equipo es el resultado de 1) un modelo conceptual-operativo de la interacción, el entrenamiento y los resultados alcanzados 2) una capacitación específica complementaria 3) una capacitación inespecífica que contempla los procesos interactivos como motor de crecimiento y ajuste al medio y 4) un estilo de liderazgo centrado en el protagonismo y la delegación operativa y gradual de toma de decisiones.

Hay equipo

El trabajo “en equipo”, validando un estilo transdependiente y autoeficaz en un gobierno, una empresa, o un deporte, alcanza resultados “de equipo”, es decir que aquellos resultados llevan en su estructura la matriz que los generó, aumentando la calidad final del producto producido, la meta en el marco de los objetivos. Finalmente el trabajo en equipo crea condiciones que facilitan una gestión “sustentable”, es decir autoalimentada y autosostenida, muy diferente a cuando una tarea es solo  “sostenible” de forma externa. Un equipo de trabajo es ante todo un proyecto colectivo, una alianza táctica en el marco de un plan estratégico. Por eso cada integrante es él y al mismo tiempo todos los integrantes. Así un equipo en acción es una “empresa” que se manifiesta en su dimensión concreta actualizada.
Un equipo de trabajo puede ser descrito como un conjunto grupalizado de personas, interactuando roles complementarios conforme a personajes profesionales que conforman un sistema-en-situación, respondiendo a la dinámica del “grupo formal” (los roles que prescriben el trabajo) y articulando funcionalmente las demandas implícitas y explícitas del llamado “grupo informal” (los vínculos afectivos y motivacionales).

El lugar del plan en el equipo

El equipo como estructura sociolaboral aparece en los resultados de la tarea enmarcada en la acción coordinada del grupo con objetivos precisos y estandarizados. No es cualquier grupo sino uno unificado en la centralidad de la tarea y a partir de la diversidad de personalidades que convergen en la sumatoria de parcialidades entrenadas para el logro de una totalidad plasmada en un resultado-producto único, esperado y previsible. La falla del equipo, entonces, será la pobreza o la ausencia del resultado perseguido. Así como por lo general se cree que un grupo es “solo” un conjunto de individuos, también suele confundirse al grupo con el equipo. Aquel es la condición necesaria pero no suficiente de este último. Agreguemos ahora que entre el grupo y el equipo está “el plan”. Sin plan puede haber grupalidad pero nunca –permítasenos el neologismo- “equipabilidad”. Todo plan es producto de una acción racional derivada de una actitud proactiva estratégica, es decir de una creencia grupal que tiene en la planificación una herramienta clave, incorporada como valor cultural y no solo como mero tecnicismo contingente. Y un plan factible debe ser flexible, es decir aceptar la idea del cambio y la adaptación sin dogmatismos a situaciones nuevas.

La construcción del equipo


Conjunto, grupo y equipo son instancias progresivas sobredeterminadas por la situación laboral y el tiempo transcurrido: un conjunto de voluntades laborales individuales comparten un ámbito, un espacio y una tarea. El paso del tiempo las convierte en grupo más allá de la determinación de aquellas voluntades. La esencia del conjunto es su referencia a la persona en su calidad de individuo, la del grupo su alusión a la afectividad y compatibilidad de las diferentes personalidades y la del equipo remite a la funcionalidad interactiva de los personajes laborales de rol.
Recién cuando existe convergencia de objetivos, un plan estratégico, una división operativa del trabajo y un coordinador que articule funcionalmente esas acciones, surgirá el equipo, que en su dinámica coherente, encarna el espíritu del slogan mosqueteril “todos para uno y uno para todos”.
En un equipo de trabajo la interacción, al estar orientada al resultado productivo, genera la cualidad conocida como “transacción”, es decir genera un resultado dialéctico donde se ha dado el salto de la cantidad a la calidad. Por eso el equipo es la máxima expresión de la autoeficacia en la tarea, donde predomina la funcionalidad del rol.


Equipo y liderazgo

La relación entre estilo de liderazgo, eficacia y eficiencia en el trabajo de equipo es directa. El psicólogo social Kurt Lewin demostró que los liderazgos inadecuados (autoritarios, paternalistas o prescindentes) generan equipos deficientes, débiles o rígidos, poco funcionales en su capacidad adaptativa a los cambios del entorno o la demanda de la dinámica laboral. En la táctica de gestión moderna se valora el modelo de grupo autogestionado, al estilo del “grupo comando”, con predominio de una gran horizontalidad en la toma de decisiones y donde no hay un supervisor sobredimensionado, al estilo de un “líder omnipotente”, sino solo una referencia jerárquica formal externa al grupo a la que se informa periódicamente de los resultados. Valen aquí los liderazgos democráticos que estimulan en los integrantes un alto grado de protagonismo en las decisiones del equipo. Estos equipos de trabajo propician una actitud de involucramiento creciente y una identificación nítida con los valores que sustentan la tarea y los objetivos e ideales de la organización. Por el contrario el trabajo desarticulado, individualista y con pobre comunicación intragrupal por efecto de un liderazgo autoritario y autocrático, desalienta la motivación y genera poca calidad en los resultados y baja productividad, además de discrecionalidad y facilita nichos de corrupción. Razones suficientes que hacen necesario impulsar la adopción de una cultura política colaborativa, de protagonismo horizontal racional y con economía de esfuerzos, una cultura sostenida en el paradigma actual del cambio, porque finalmente hay equipo.

(*) PUBLICADO EN LA CAPITAL de MAR DEL PLATA, ARGENTINA el 13/01/16


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