miércoles, 14 de enero de 2015

Reflexiones de un turista agardecido

Los RRHH y el verano

Reflexiones de un turista agradecido
por Alberto Farías Gramegna




“¡Que suerte tuve al elegir ese lugar!..Bien atendido y buena onda la gente. Te lo recomiendo de una… ¡Ah! y no te matan con los precios” - (Conversación anónima)

A
sí comunicaba un turista a un amigo su experiencia positiva como consumidor eventual y ahora con la clara decisión de asumirse como cliente de ese lugar donde -según sus palabras  que transcribo en la cita de inicio- no lo despacharon como a un paquete comercial , sino que fue atendido con solvencia ,cortesía y cordialidad, y además con precios razonables. Un lugar así, sin dudas está bien liderado y con el enfoque profesional del que sabe que el mejor marketing es la satisfacción del cliente.
Pero lograr estos resultados no es sencillo. Veamos por qué. Con el verano llega el empleo estacional y las empresas, los locales comerciales de productos o servicios -especialmente los gastronómicos-, contratan personal temporario para cubrir puestos de trabajo en calidad de “trabajos eventuales”, y por lo tanto supernumerarios en la planta permanente.

Algunos contratados podrán tener alguna esperanza de continuar  luego, ingresando al plantel de empleados, quizá como parte de alguna expansión empresarial o cubriendo alguna vacante imprevista o jubilatoria. Sin embargo la mayoría  terminará sus tareas en marzo o con suerte en abril.
Para muchos trabajar en el verano es regresar a los lugares en los que trabajaron la temporada anterior retomando rutinas y siendo entonces portadores de un relativo “know how” (saber cómo hacer su trabajo, digamos una cierta “expertise”)

Pero otros -los más jóvenes- estrenan su primer empleo, con la modesta meta inicial de costear sus gastos “extras” que  demanda las costumbres expansivas de esta época del año. También están los que buscan ahorrar lo obtenido para afrontar los meses post-vacacionales, o para pagarse un vuelo a algún punto nodal del verano europeo apostando cíclicamente a otro empleo estacional (¡pero esta vez en euros!)

Dime como atiendes y te diré si te entrenaron

Como se dijo recién, la mayor parte de los trabajos solicitados para los empleos estacionales son desempeñados por jóvenes. También  -con las excepciones de cada caso- suelen ser tareas sencillas que no requieren una alta capacitación técnica ni títulos oficiales habilitantes. Y esto hace que lo relativo a la capacitación vía entrenamiento sobre el producto que se ofrece y las técnicas de abordaje del potencial cliente, sea en general soslayado o relegado a una simple instrucción “ad hoc” al momento de iniciar la tarea. Sin embargo lo que aparece ante los “pymempresarios” como secundario o simplemente una pérdida de tiempo y dinero (sic) se transforma muchas veces en un obstáculo para lograr la calidad en el  resultado de la tarea: por cada empleado inepto contamos  por diez los clientes perdidos.

Estas personas que inician su actividad temporaria suelen no estar debidamente capacitadas, ni tener entrenamiento previo en situaciones controladas por entrenadores (“coaching of role playing”), ya que no existe periodo de “inducción” y el empleado temporario inicia la actividad con una suerte de modalidad disfuncional estilo “plug and play” fallido.
Tampoco los noveles empleados suelen mostrar  demasiada motivación  para  aprender la tarea (ya que no se identifican con el rol que asumen solo por necesidad y sin vocación) y la mayor parte de las veces sus estilos de personalidad -aún maleables por la inmadurez de la edad-  no coinciden con los estilos necesarios para determinadas tareas específicas (por ejemplo la “extroversatilidad”  y  empatía con el usuario de un servicio o el cliente que requiere ser asesorado y aún motivado hacia un producto en particular)

Luego, personal novato debe hacer su experiencia laboral enfrentando una situación de altísima demanda clientelar, y de esa manera la labor  más complicada recae sobre los menos aptos. El trabajo difícil es sostenido por empleados inexpertos y en muchos casos francamente ineptos, que sobrepasados en sus recursos por la situación colapsan y desvirtúan el resultado de la tarea.  Estas desprolijidades disfuncionales suelen disimularse solo porque, dado lo particular de la situación vacacional, la mayoría de los clientes no manifiestan demasiadas exigencias: en el verano todo es “light”.

Tres son suficientes

Entonces finalmente resulta infrecuente verificar calidad y excelencia en un servicio estacional.
Hay tres factores que conspiran contra este deseable objetivo. 1) El aumento exponencial de la demanda, lo que provoca escasez de la oferta disponible. 2) La no consideración del usuario o comprador como un “cliente” a cuidar y preservar, ya que su regreso es circunstancial y no sistemático. El año próximo está aún lejos en la representación del agente comercial. 3) La ya comentada falta de capacitación adecuada del personal  y la ausencia de inserción emocional en la cultura de la empresa. El corto lapso del empleo no permite un proyecto laboral estable y evita una proyección a mediano y largo plazo, por lo que el empleado no se preocupará en cuidar la fuente de su trabajo, es decir la permanencia del cliente como tal.

Así las cosas concluimos que los nuevos empleados estarán ante una experiencia a ganar por delante como desafío, poniendo en valor sus fortalezas conocidas o a descubrir en la misma acción de trabajar, y una inexperiencia por detrás como amenaza  ante posibles debilidades de aptitudes o de estilos de personalidad que impactarán negativamente en las actitudes del día a día y ante cada incidente devenido de la interacción con el cliente, sus jefes o compañeros de labor.

Permítaseme compartir una conclusión: trabajar es relativamente sencillo, trabajar bien y con inteligencia emocional que minimice los conflictos y errores es un arte un poco más difícil, que exige aptitud, sistema, clima y actitud.  El resultado es un desempeño de calidad que aspira a la excelencia, y eso por ahora no abunda, menos aún en verano. Pero como siempre es tiempo para mejorar cuando hay voluntad y autoestima,        es útil recordar  una verdad comprobada: capacitar laboralmente hace la diferencia, y por eso mismo facilita la satisfacción del cliente. Te lo dice un turista.


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