martes, 16 de diciembre de 2014

Trabajar en el verano...

Los recursos humanos y el verano                                                               
                                 
Trabajar en el verano
Por Alberto Farías
rrhh@albertofarias.com

Una vez más -va de suyo- llega el verano y con él en las ciudades turísticas como Mar del Plata, el empleo estacional.
Las empresas, los locales comerciales de productos o servicios y especialmente los gastronómicos, contrataron personal temporario (algunos formalmente y otros informalmente) para cubrir puestos de trabajo en calidad de “trabajos eventuales”, y por lo tanto supernumerarios en la planta permanente.

Algunos contratados podrán tener alguna esperanza de continuar  luego, ingresando al plantel de empleados quizá como parte de alguna expansión empresarial o cubriendo alguna vacante imprevista o jubilatoria. Sin embargo la mayoría se irá a sus casas en marzo o con suerte en abril.
Para muchos trabajar en el verano es regresar a los lugares en los que trabajaron la temporada anterior retomando rutinas y siendo entonces portadores de un relativo “know how” (saber cómo hacer su trabajo, digamos la “expertise”)
Pero otros  -jóvenes  en su mayoría-  con el verano estrenan su primer empleo, con la modesta meta inicial de costear sus gastos “extras” que  demanda las costumbres expansivas de esta época del año. También están los que buscan ahorrar lo obtenido para afrontar los meses post-vacacionales, o para pagarse un vuelo a algún punto nodal del verano europeo apostando a otro empleo estacional (esta vez en euros), mientras aquí los fríos del invierno mantienen a los turistas alejados de las playas.

Dime como atiendes y te diré si te entrenaron

Como se dijo recién, la mayor parte de los trabajos solicitados para los empleos estacionales son desempeñados por jóvenes. También  -con las excepciones de cada caso- suelen ser tareas sencillas que no requieren una alta capacitación técnica ni títulos habilitantes. Y esto hace que lo relativo a la capacitación vía entrenamiento sobre el producto que se ofrece y las técnicas de abordaje del potencial cliente, sea en general soslayado o relegado a una simple instrucción “ad hoc”. Sin embargo lo que aparece ante los pyme-empresarios como secundario o una pérdida de tiempo y dinero se transforma muchas veces en un obstáculo para lograr la calidad en el  resultado de la tarea.
Estas personas que inician su actividad temporaria suelen no estar debidamente capacitadas, ni tener entrenamiento previo en situaciones controladas por tutores de entrenamiento, ya que no existe periodo de “inducción” y el empleado temporario inicia la actividad con una suerte de modalidad disfuncional estilo “plug and play” fallido.
Tampoco los noveles empleados suelen mostrar  demasiada motivación  para  aprender la tarea (ya que no se identifican con el rol que asumen por necesidad) y la mayor parte de las veces sus personalidades -aún maleables por la inmadurez de la edad-  no coinciden con los estilos necesarios para determinadas tareas específicas (por ejemplo la “extroversatilidad”  y  empatía con el usuario de un servicio o el cliente que requiere ser asesorado y aún motivado hacia un producto en particular)
Paradojalmente personal novato debe hacer su experiencia laboral enfrentando una situación de altísima demanda clientelar. Así  la labor  más complicada recae sobre los menos aptos. El trabajo difícil es sostenido por empleados inexpertos y en muchos casos francamente ineptos, que sobrepasados en sus recursos por la situación colapsan y desvirtúan el resultado de la tarea. Solo estas desprolijidades suelen disimularse porque dado lo particular de la situación vacacional, lo clientes no manifiestan demasiadas exigencias: en el verano todo es “light”.

Tres son suficientes

Por lo dicho resulta infrecuente verificar calidad o excelencia en un servicio estacional. Hay tres factores que conspiran contra este deseable objetivo. 1)  Como se dijo, el aumento exponencial de la demanda, lo que provoca escasez de la oferta disponible. 2) La no consideración del usuario o comprador como un “cliente” a cuidar y preservar, ya que su regreso es circunstancial y no sistemático. El año próximo está aún lejos en la representación del agente comercial. 3) La ya comentada falta de capacitación adecuada del personal  y la ausencia de inserción emocional en la cultura de la empresa. El corto lapso del empleo no permite un proyecto laboral estable y evita una proyección a mediano y largo plazo, por lo que el empleado no se preocupará en cuidar la fuente de su trabajo, es decir la permanencia del cliente como tal.
Así las cosas concluimos que los nuevos empleados estarán ante una experiencia a ganar por delante como desafío, poniendo en valor sus fortalezas conocidas o a descubrir en la misma acción de trabajar, y una inexperiencia por detrás como amenaza  ante posibles debilidades de aptitudes o de estilos de personalidad, que impactarán negativamente en las actitudes del día a día y ante cada incidente devenido de la interacción con el cliente, sus jefes o compañeros de labor.
Permítaseme compartir una conclusión: trabajar es relativamente sencillo, trabajar bien y con inteligencia emocional que minimice los conflictos y errores es un arte un poco más difícil que exige aptitud, sistema, clima y actitud. 
El resultado es un desempeño de calidad y eso lamentablemente no abunda entre nosotros…menos aún en verano.

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