miércoles, 17 de diciembre de 2014

Personalizando el puesto...

La importancia de la personalidad para la selección laboral en una encuesta

                                              Personalizando el puesto
Por Alberto Farías Gramegna

La Historia Universal es la de un solo hombre” - Jorge Luís  Borges

E
n el equipo de trabajo  que dirijo como responsable de la Cátedra de Psicología de la Personalidad de la Carrera de Trabajo Social en la Fac.de Ciencias de la Salud de la UNMDP, junto a las licenciadas Adriana Fernández Sapino y Virginia Ros, hemos estado investigando  -como parte de nuestra tarea de formar profesionalmente recursos humanos a partir de la vocación personal del alumno- acerca de la relación posible entre las características y estilo de personalidad y las actitudes preferenciales fácticas de cada uno hacia determinadas condiciones y  situación medio-ambiental de una tarea futura imaginada por un sujeto. Nos preguntamos que tipo de correlación habría entre estas dos variables. ¿Habría una relación directa y unívoca entre una personalidad fuertemente extrovertida y volcada a interactuar proactivamente con su entorno, por ejemplo,  y la preferencia por el trabajo en equipo y las tareas creativas y poco rutinarias? ¿O -en este caso- la relación es mucho más dependiente de una multiplicidad de otras influencias?

Dicho de otra manera: las preferencias personales respecto de cómo, dónde, con qué cosa, de qué manera y con quien trabajar, ¿depende en gran medida del estilo de personalidad del sujeto, o hay otros determinantes potentes (situación, historia personal-familiar, cultura, oportunidad, mercado, estatus, etc.) que hacen muy difícil pensar en una correlación positiva entre estos dos componentes?
En este último caso habría que examinar los determinantes de manera específica y puntual a través de una entrevista en profundidad con el sujeto, lo que se conoce como explorar “el caso”.

Lo observable y de perogrullo es que si la gente puede elegir libremente sus perfiles de tareas, los elegirá para que acomoden a “su modo de ser en el mundo”, más aún, intentará modificar el orden y las rutinas a su estilo y manejo de las cosas y los procesos. Algo así como quien reordena a su gusto un escritorio al que recientemente ha sido destinado. Se sabe que no hay una sola manera de hacer un trabajo bien hecho. Esto es casi una obviedad y no necesita demostración. Pero ocurre que en el mayor parte de los casos las personas trabajan en puestos equivocados y con rutinas impuestas en contra de sus estilos personales, que no siempre se justifican desde una perspectiva técnico-racional. Estos puestos atribuidos en ocasiones erróneamente no son totalmente funcionales a las personalidades de los que los ocupan, por lo que se pierde los talentos potenciales del trabajador empobreciendo su desempeño. En estas condiciones es muy difícil pretender un protagonismo del actor y lograr que el agente de trabajo se “empodere” creativamente (valga el neologismo castizo del concepto inglés empowerment”) de su entorno  laboral.
Desde luego vale aquí aclarar que descontamos la necesaria competencia técnica previa y la capacitación “ad hoc”, pero todo esto debe potenciarse poniendo a “la persona justa en el lugar justo”.

Encuestar para saber

Partiendo de los seis vínculos simultáneos que una persona establece en su contexto de trabajo (con los pares, con los jefes, con la tarea, con su imagen, con la organización y con la comunidad), podemos explorar término a término otros tantos aspectos de sus relaciones: camaradería, confianza, orgullo, autoestima, pertenencia, estatus).
Se ha diseñado (aún en etapa borrador de prueba y corrección) una encuesta de sesgo cualitativo que consta de dos pasos, con la finalidad de buscarlas relaciones entre por un lado “actitudes vinculares autopercibidas” (cómo me percibo siendo y actuando ante cinco diferentes situaciones propuestas) y por el otro “aptitudes laborales preferidas” (que contextos laborales prefiero si pudiera elegir).
La primera parte de la encuesta explora a través de aquellas cinco situaciones 1) intensidad y direccionalidad de comunicación con los demás, 2) grado de emocionalidad, 3) grado de sociabilidad grupal, 4) capacidad de aprender  de la experiencia, y finalmente 5) grado de responsabilidad en mi tarea y en mis relaciones en general. En verdad estas situaciones presentadas remiten a las cinco grandes dimensiones de la personalidad aceptadas como actual paradigma.
Obtenido este primer resultado en términos descriptivos de un mayor o menor “compromiso” (“ex-pansivo” vs. “in-pansivo”) aplicamos la segunda parte sobre contextos laborales preferidos que buscaremos asociar correlativamente con la anterior.
En esta oportunidad el sujeto encuestado debe elegir en una grilla las características de las condiciones laborales que prefiere. Aquí se exploran presuntas antinomias: tarea independiente vs. en relación de dependencia; intelectual vs. manual;  solitario vs. en equipo ; con personas como destinatarios vs. con objetos o procesos ; en espacios abiertos vs. cerrados; con horarios fijos vs. libres. El resultado obtenido en general y por aspecto encuestado se compara con el estilo de personalidad identificado en busca de establecer criterios de relación “características de la personalidad” – “características del puesto”.

La personalidad competente

Una vez puesta a punto la encuesta (próximamente la someteremos al análisis y la evaluación critico-metodológico por parte de tres colegas especialistas en técnicas de investigación, psicología del trabajo y administración de las organizaciones: el Dr.Tomás Izquierdo Rus de la Universidad de Murcia, la Dra. Silvia Gelvan de la Universidad de Buenos Aires y el Dr.Jorge Castro de la Universidad de Mar del Plata) ,deberá iniciar una etapa “piloto” aplicándola inicialmente a colectivos acotados de recursos humanos en formación, concretamente a estudiantes universitarios en Mar del Plata, Buenos Aires y Murcia.
Nuestra hipótesis inicial deviene del marco teórico que manejamos: el modelo convergente de diagnóstico y gestión laboral de recursos humanos, que llamamos C.O.T.A y que nos dice que a mayor grado de compatibilidad entre estilo de personalidad y características y requerimientos del puesto, mayor calidad del desempeño final. Claro está, en este punto hay que “aislar”, es decir mantener óptima y sin variaciones otras variables intervinientes: liderazgo, clima laboral, compensaciones, situación, etc. Finalmente lo que definimos como “personalidades competentes” son aquellas que potencian la competencia técnica formal adquirida previamente por efecto de la empatía con la labor realizada en el aquí y ahora de la tarea, personalizando el puesto.

© by afc 2014




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