jueves, 26 de diciembre de 2013

Es hermoso partir...

ES HERMOSO PARTIR SIN DECIR ADIOS...
por Alberto Farías



“No me siento extranjero en ningún lugar, donde haya lumbre y vino tengo mi hogar”  - J.M  Serrat  (Mediterráneo)



Mi abuela decía "partir es morir un poco"
Dicho así como así, no lo creo. Tengo para mí que partir, por partir de mi mano, es crecer por dentro, encontrarme devenido, siempre que se busque agrandar la mirada estrecha que ahoga y que se agota a poco desandar el cotidiano horizonte del pueblo en que nacemos. Porque vamos y venimos calle abajo y calle arriba y creyendo estamos en que el mundo entero entra en nuestra cabeza y de ingenua estocada con espada de cartón desmentimos cualquier duda, la más mínima incertidumbre, todo cae redondo, rendido a nuestra tozuda y estéril certeza. Quizá mi abuela al hablar de refranes de viajes y de muertes se refería al exilio forzado (el suyo como tantos) de quienes huyeron del espanto de la Europa fascista, que eso es cosa diferente.

De la historia que llevamos

Arrastro circular -en primera persona en este caso- la conciencia de una infancia de aviones y barcos peronistas, de sables y cañones de museo. De Córdoba serrana y veranos estirados por no volver al peligro de la polio. De padre cuartelero con legado de mezquita y de David. De madre soñadora, envuelta en una dulce y orgullosa foto, que aún está sobre el dressoir aunque nadie la recuerde. Una madre a la que todos llamaban luego abuela. Crecida de padres inmigrantes con recuerdos de oscuras bodegas de vapores hundidos por una guerra que vendría a la vuelta de los años. Arrastro años de niebla fría y de ríspidas horas  de tristeza y de temores. Y más tarde, ya crecido, un país que me engañaba, diciéndome al oído que le diera mi esperanza y mi certeza, que me arrojara al fuego de verdades absolutas. Un país que me llevó la vida descifrarlo, y aún hoy me resulta oscuro su entrecejo. Que lo sufrí y lo amé adolescente reflejado en sus ideas y su mitos, en su locura destructiva y su mediocre expectativa al saberse malogrado.
En el medio los hijos que nos dieron mucho más de lo que dimos. Los espejos y los muros, las hadas y los cuentos que un día se gastaron de tanto leer y releer sus peripecias.
Más allá de las puertas y jardines, todos fuimos creyentes en mentiras, y todos –algunos más que otros- supimos de la farsa. Pero de algo hay que vivir cuando se teme tanto a la vida.
Arrastro entonces la frustrada identidad del dinosaurio que se sabe no extinguido porque su era no termina de morir, sigue empecinada en el relato absurdo que alguna vez se tragó lo poco que aún quedaba de grandeza, de Nación, heredada de cuando pensábamos más en el futuro que en el trauma de un pasado vil y lleno de fantasmas de caudillos que terminaban amargando nuestros días.

A partir de mañana

Los años se llevan puestas las creencias a pesar de todos y de todo. Por suerte el tiempo todo lo cura y lo que no, lo sepulta porque nada es para siempre. Y como también decía mi abuela “Mientras hay vida hay esperanzas”. Aquí también la enmiendo, pobre abuela: con la esperanza no alcanza, hace falta un proyecto que llevar a cabo. “A las cosas”, dijo alguna vez Ortega. La finitud nos hace sabios y una manera sabia de reinventar el tiempo propio es buscando aquel lugar donde nace el arco iris. Es seguro que eso nos hará caminar caminos que nunca creímos recorrer, descubrir ideas y formas de vivir más simples o más complejas, no importa con tal que nos sean neuróticas. Dejar a un lado prejuicios de ignorancia, de estúpidas y caducas ideologías o de necia inteligencia de bellaco.
Moverse, por dentro y por fuera. Mover el cuerpo y agitar las ideas estancadas por tanta estéril y patológica mirada desconfiada de los unos a los otros. Salir de la zona de confort, se dice ahora. Pues bien, que así sea. ¡Allá vamos...! No es bueno que el hombre se ate a su montura porque ya no podrá bajarse del caballo cuando termine el simulacro. Caminar buscando la sorpresa, la maravilla de lo diferente, lo nuevo, lo distinto…y sin dramas ni actos que remeden ceremonias…porque estamos convencidos que es hermoso partir sin decir adiós.


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