El malestar en la clausura
(Platón, Freud y la caverna)
Por Alberto Farías Gramegna (*)
“La libertad del individuo no es un
regalo de la civilización. Era mayor antes de haber cualquier
civilización.”- Sigmund
Freud
“No son los ojos los que ven, sino lo
que nosotros vemos por medio de los ojos” - Platón
“Trabajamos no para lo que somos sino
para lo que seremos, siempre persiguiendo un cambio, un porvenir con forma de
proyecto. Si desaparece, la vida es vacío en un presente continuo”- Alberto Relmú
E
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l nomadismo,
el “homo movens”,-decíamos hace
un tiempo ,(La Capital, 1-5-20)- es la marca de agua de la
Humanidad porque allí está el alimento; el otro diferente y el enigma del
mundo. (…) Platón, en el Mito de la
Caverna muestra en sentido figurado el hecho de que el hombre que ignora es
esclavo de una ilusión si no sale al exterior al encuentro del “otro real”. (…)
La esencia nómade -por suerte, ya que es la condición del enriquecimiento
multicultural- insiste y siempre está en tensión con la inercia estática del
lugareño (…) Esta tensión territorial antagónica y dilemática afuera-adentro de
la casa versus la calle, reemplaza bruscamente a la ecuación inclusiva “la casa
y la calle”, es decir la alternancia, que en la mayoría de los casos de la
modernidad urbana, la población económicamente activa pasa más de la mitad del
tiempo diario fuera de su casa, en el trabajo, el viaje de ida y vuelta y
otras actividades extralaborales. Esa alternancia hace que se asuman diferentes
roles que es la esencia de la vida social. Y ese impedimento que altera la
normalidad en nombre de una ilusoria e ingenua “nueva normalidad” (sic) abona
el terreno para la emergencia de un sinfín de trastornos psicosomáticos más
allá o acá de cualquier potencial amenaza de este u otro virus con los que
convivimos desde siempre, como las tantas otras gripes que nos acompañan desde
la niñez, y ante las que nunca hemos pedido “permiso para vivir”.
El malestar en la clausura…
“
La falta de atención de las autoridades a la
asistencia psicológica durante la pandemia hará que el mundo pague el precio”, dice Elke Van Hoof , investigadora en Psicología de la
Salud de la Universidad de Vrije, de Bruselas, especialista en estrés y trauma;
y agrega que el
confinamiento planetario es "el
mayor experimento psicológico de la historia", Un informe (1) de semanas atrás, del Observatorio de Psicología Social
Aplicada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), elaborado con los resultados de una encuesta online entre 2490 personas de los principales centros urbanos del
país, informa que casi el 70 % de los encuestados, ya experimentaban malestar psicológico,
apenas trascurridos los primeros 50 días del confinamiento obligatorio (hoy
llevamos más de 100) (…) “Se observaba
entonces ya más del doble de sintomatología psicológica clínica que en la
primera semana de aislamiento” (…) “Mientras su prevalencia era de 4,8% a los
siete días de cuarentena, este porcentaje aumentó a 5,7% al acercarnos a los
dos meses. Eso significa que alrededor de 5 de cada 100 personas registran
sintomatología clínicamente significativa",
refiere el estudio. Luego indica que el uso de medicación autoadministrada sin
prescripción médica aumentó del 10, 5 % al 13, 5%. El consumo de alcohol -según
los datos obtenidos a través de los encuestados- habría aumentado de 8,1% al
11, 5%. Respecto a las consultas psicológicas se observa, que aumentó en un 3%
(de 4,8% al 7,8%).
El informe del
Observatorio continúa analizando los datos respecto a los trastornos en el sueño
-refiere el artículo citado-
e indica que afecta al 76 % de los encuestados: “Los síntoma clínicos psicológicos se
incrementan significativamente de acuerdo con la duración de la cuarentena. La
muestra a los 50-55 días presenta más del doble de síntomas que la realizada a
los 7-11 días".
El
virus de la incertidumbre (o la fantasía de la “cuarentena perpetua”)
La Psicopatología y la Psiquiatría,
han enfatizado la importancia del “proyecto
de vida” y el papel que el manejo
y la planificación del tiempo propio, tienen en la salud mental y el
confort emocional de las personas. Un proyecto implica la necesidad de
planificar hechos y situaciones que aún no son reales, pero que existen en
nuestras cabezas, por lo que implica un ejercicio vital propio del ser humano: la imaginación. Imaginamos cómo
seremos, lo que haremos y dónde en un lapso corto, mediano o largo. Imaginamos
cómo se verá nuestra forma de ser y hacer en un espacio tiempo virtual, que sólo es prerrogativa humana: la idea
de futuro. Y es esa misma idea
la que modela nuestro actuar en el presente y su ausencia nos paraliza. Por todo
lo dicho, la peor amenaza para sostener un proyecto de vida es la incertidumbre
generada por la imposibilidad de decidir sobre la propia libertad personal. La
“cuarentena” ha sido en el mundo, sin duda, un recurso preventivo
sanitariamente adecuado y presupone previsibilidad de aplicación temporal, para
no dar lugar a una incertidumbre prolongada, que se realimenta a sí misma
creando las condiciones para el estrés crónico, con todos los efectos
psicosomáticos deletéreos asociados a la misma. Esto es, al no conocer ningún
plan certero de “desescalada”, y por tanto no saber cuándo, ni cómo se saldrá
efectivamente en tiempo y forma de la situación de confinamiento obligado,
surge en el inconsciente la fantasía irracional, persecutoria y perturbadora de
una “cuarentena perpetua”, lo que -aunque es obviamente ilógica- dispara
procesos psiconeurológicos con sesgos depresivos y ansiógenos, que se potencian
especialmente en personas con tendencias predisponentes u otras disfunciones
psicosomáticas. Un agregado distópico que debiera evitarse. Ya tenemos bastante
con el coronavirus, para agregarle este otro virus, el de la incertidumbre y
sus nefastas consecuencias de un confinamiento que luce interminable.
(1) (https://www.lanacion.com.ar/editoriales/salud-mental-cuarentena-mas-prolongada-del-mundo-nid2384225)
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