viernes, 26 de junio de 2020

EL VIRUS DE LA INCERTIDUMBRE



Sociedad, pandemia y salud mental

El virus de la incertidumbre
(la distopía del confinamiento interminable)
Por Alberto Farías Gramegna (*)




“El hombre es un ser de tiempo percibido. El tiempo lo atraviesa y lo ubica en una escena siempre por
venir.  Trabajamos no para lo que somos sino para lo que seremos, siempre persiguiendo un cambio, un
porvenir con forma de proyecto. Si desaparece, la vida es vacío en un presente continuo”- Alberto Relmú

 “Distopía o cacotopía son términos antónimos de eutopía, significando una ´utopía negativa´, donde la realidad transcurre en términos antitéticos a los de una sociedad ideal, representando una sociedad hipotética indeseable”-  Wikipedia.es

“Mi esposa debe estar por encima de toda sospecha” - Cayo Julio César  (100-44 a. C.)

Aquella cita de Julio César ha pasado a ser famosa expresada como: “La esposa del César no sólo debe ser honesta, sino parecerlo”. Y en el caso del confinamiento interminable producto de la mal llamada “cuarentena” argentina (que ya lleva casi cien días), al igual que la mujer del César, podrá o no ser honesta, pero sin embargo muchos opinan que, por sus imprecisos resultados sanitarios, su mención justificadora con fines oportunistas y sus efectos secundarios socio-económicos y políticos-culturales, no lo parece tanto. Algunos quizá los consideren livianamente como previsibles “daños colaterales”, pero otros, menos eufemísticos, afirman que finalmente “es peor el remedio que la enfermedad”, y otros aún, los más escépticos e impíos, llegan a creer que “todos combatimos con sólo media verdad contra una mentira entera”, Arthur Koestler dixit. Es lo que hay. La pandemia desafía la tolerancia  y enrarece los pensamientos.
                            
Permiso para vivir…

En un artículo anterior (“De la caverna a la pradera”; La Capital, 1-5-20) decíamos que el nomadismo, el homo movens es la marca de agua de la Humanidad porque allí está el alimento; el otro diferente y el enigma del mundo. (…)  Platón, en el Mito de la Caverna muestra en sentido figurado el hecho de que el hombre que ignora es esclavo de una ilusión si no sale al exterior al encuentro del “otro real”. (…) La esencia nómade -por suerte, ya que es la condición del enriquecimiento multicultural- insiste y siempre está en tensión con la inercia estática del lugareño (…) Esta tensión territorial antagónica y dilemática afuera-adentro de la casa versus la calle, reemplaza bruscamente a la ecuación inclusiva “la casa y la calle”, es decir la alternancia, que en la mayoría de los casos de la modernidad urbana, la población económicamente activa pasa más de la mitad del tiempo diario fuera de su casa, en el trabajo, el viaje de ida y vuelta  y otras actividades extralaborales. Esa alternancia hace que se asuman diferentes roles que es la esencia de la vida social. Y ese impedimento que altera la normalidad en nombre de una ilusoria e ingenua “nueva normalidad” (sic) abona el terreno para la emergencia de un sinfín de trastornos psicosomáticos más allá o acá de cualquier potencial amenaza de este u otro virus con los que convivimos desde siempre, como las tantas otras gripes que nos acompañan desde la niñez, y ante las que nunca hemos pedido “permiso para vivir”.

Algo huele mal en “cuarentena”

Hace horas, a través de BBC News  (https://www.bbc.com/mundo/noticias-53117592#) leemos que la Dra. Elke Van Hoof, investigadora en Psicología de la Salud de la Universidad de Vrije, de Bruselas, y especialista en estrés y trauma, dijo que el confinamiento planetario es "el mayor experimento psicológico de la historia", y agregó que La falta de atención de las autoridades a la asistencia psicológica durante la pandemia hará que el mundo pague el precio” Entre nosotros, un reciente informe del Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) elaborado con los resultados de una encuesta online entre 2490 personas de los principales centros urbanos del país, informa que casi el 70 % de los encuestados, ya experimentaban malestar psicológico, apenas trascurridos los primeros 50 días del confinamiento obligatorio. (Ref: diario La Nación, https://www.lanacion.com.ar/editoriales/salud-mental-cuarentena-mas-prolongada-del-mundo-nid2384225) (…) “Se observaba entonces ya más del doble de sintomatología psicológica clínica que en la primera semana de aislamiento” (…) “Mientras su prevalencia era de 4,8% a los siete días de cuarentena, este porcentaje aumentó a 5,7% al acercarnos a los dos meses. Eso significa que alrededor de 5 de cada 100 personas registran sintomatología clínicamente significativa", refiere el estudio. Luego indica que el uso de medicación autoadministrada sin prescripción médica aumentó del 10, 5 % al 13, 5%. El consumo de alcohol -según los datos obtenidos a través de los encuestados- habría aumentado de 8,1% al 11, 5%. Respecto a las consultas psicológicas se observa, que aumentó en un 3% (de 4,8% al 7,8%). El informe del Observatorio continúa analizando los datos respecto a los trastornos en el sueño -refiere el artículo citado- e indica que afecta al 76 % de los encuestados: “Los síntoma clínicos psicológicos se incrementan significativamente de acuerdo con la duración de la cuarentena. La muestra a los 50-55 días presenta más del doble de síntomas que la realizada a los 7-11 días.". Finalmente, se informa que en relación a la demanda de asistencia psicológica gratuita al Servicio de Salud de se incrementaron exponencialmente, ya que sólo en los dos primeros meses del confinamiento se recibieron 2500 solicitudes, en comparación con las 4000 anuales que registra la estadística en años normales. De lo que se deriva que la relación incremental “tiempo de enclaustramiento-trastornos conductuales psicosomáticos”, resulta directamente proporcional partiendo de la primera variable.

El hombre es proyecto y la incertidumbre forzada lo quebranta

La palabra “proyecto” deriva del latín “pro-iectus” y significa “lanzado hacia adelante, que avanza”. El proyecto es la esencia de hombre en la búsqueda del sentido de la vida, que lo diferencia del resto de los animales que viven en un presente continuo, aunque anticipen escenarios por efecto del aprendizaje y los reflejos condicionados, al menos hasta donde sabemos. La Psicopatología y la Psiquiatría, han enfatizado la importancia del “proyecto de vida” y el papel que el manejo y la planificación del tiempo propio, tienen en la salud mental y el confort emocional de las personas. Un proyecto implica la necesidad de planificar hechos y situaciones que aún no son reales, pero que existen en nuestras cabezas, por lo que implica un ejercicio vital propio del ser humano: la imaginación. Imaginamos cómo seremos, lo que haremos y dónde en un lapso corto, mediano o largo. Imaginamos cómo se verá nuestra forma de ser y hacer en un espacio tiempo virtual, que sólo es prerrogativa humana: la idea de futuro. Y es esa misma idea la que modela nuestro actuar en el presente y su ausencia nos paraliza. Por todo lo dicho, la peor amenaza para sostener un proyecto de vida es la incertidumbre generada por la imposibilidad de decidir sobre la propia libertad personal. La incertidumbre prolongada se realimenta a sí misma y crea las condiciones para el estrés crónico con todos los efectos psicosomáticos deletéreos asociados a la misma. Esto es, al no conocer ningún plan de “desescalada”, y por tanto no saber cuándo, ni cómo se saldrá efectivamente en tiempo y forma de la situación de confinamiento obligado, surge en el inconsciente la fantasía irracional, persecutoria y perturbadora de una “cuarentena perpetua”, lo que -aunque es obviamente ilógica- dispara procesos psiconeurológicos con sesgos depresivos y ansiógenos, que se potencian especialmente en personas con tendencias predisponentes u otras disfunciones psicosomáticas. Un agregado distópico que debiera evitarse. Ya tenemos bastante con el coronavirus, para agregarle este otro virus, el de la incertidumbre y sus nefastas consecuencias de un confinamiento interminable.


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