martes, 5 de mayo de 2020

LABERINTOS DILEMAS Y FANTASMAS DEL HOMBRE SUBSIDIADO EN TIEMPOS DEL COVID-19


Sociedad y Psicología

Laberintos, dilemas y fantasmas del hombre subsidiado
en tiempos del COVID-19
por Alberto Farías Gramegna


“Nos encontramos tantas veces en complicados cruces que nos llevan a otros cruces, siempre a laberintos más fantásticos. De alguna manera tenemos que escoger un camino.”-  Luis Buñuel

H
oy un fantasma nuevamente recorre el mundo y no es el comunismo, como querían  Marx y Engels en el “Manifiesto…”. El COVID-19, el virus que encarna el “Cisne Negro” del momento, acapara todos los titulares y los miedos, amenazando la salud y la economía planetaria. Pero otro fantasma, el de la libertad, siempre en conflicto entre el deseo y la restricción interna o externa, inevitablemente está presente en la existencia humana en sociedad, por acción u omisión. Libertad para ejercerla o para perderla; para luchar por la racionalidad o para alentar la sinrazón; para generar pandemias o para preservar un entorno eutópico. Lo cierto es que la libertad es nuestra condición de ser-en-el-mundo. Por eso en este artículo hablaré especialmente de ella, aunque parezca un ingenuo ejercicio extemporáneo en tiempos del coronavirus.

En “El Fantasma de Canterville”, Oscar Wilde, nos muestra cómo la manera de neutralizar e incluso ridiculizar  a un fantasma es dejar de temerle. Luis Buñuel en  “Le fantôme de la liberté”, plantea una hermenéutica de la libertad partiendo “del azar que todo lo gobierna; la necesidad, que lejos está de tener la misma pureza, sólo viene más tarde”. 
La cuestión es, qué hacemos -por acción u omisión- con la libertad a la que “estamos condenados”, diría Jean Paul Sartre. Si dejamos de pensar la cotidiana realidad de males como el mero discurrir azaroso de hechos anecdóticos inconexos y sin causalidad (el determinismo del “es lo que hay”), para entender que la libertad es la capacidad que tenemos de ordenar las prioridades de nuestras necesidades, descubriremos que la primera es la libertad misma para decidir aquel orden. Y aquí aparece una cuestión relevante: la que alude a la manera de elegir un camino que nos aleje primero de los laberintos mentales para encontrar luego la salida de los físicos.

Los laberintos del hombre subsidiado…

En “El jardín de los senderos que se bifurcan”, JL Borges, alude a “infinitas series de tiempos divergentes, convergentes y paralelos”, caminos que se cruzan y se bifurcan. La cuestión radica en si esos caminos nos son impuestos por mezquinos intereses sectoriales, o por ideologías extraviadas y desquiciadas o contrariamente, emergen de la sumatoria de las libertades individuales para sopesar racionalmente valores cívicos esenciales que hacen a la búsqueda de la propia felicidad en un marco cultural plural y culturalmente diverso de una sociedad abierta. El “hombre subsidiado” es un hombre dependiente adocenado que no puede elegir en libertad y a riesgo propio un camino ante los enigmáticos laberintos que lo desafían, y los de una parte significativa de nuestra sociedad son mayormente psico-socio-culturales: sin saber salir -y acaso sin quererlo-, sus actores caminan en círculo en un jardín absurdo de insistentes dilemas tributarios de ideologías autoritarias y populistas, fracasadas y opacas, que el tiempo se llevó, y que la historia contemporánea condenó por sus efectos desastrosos y corruptos en todos los planos, desde la ética humanística y el respeto a los derechos humanos hasta la economía, la cultura y la libertad de decidir la propia vida. Hoy la crisis del coronavirus que condena al confinamiento a la mayoría de la población, instala otro laberinto muy al estilo criollo: el de no saber cómo se sale de la cuarentena, porque un problema se ha planteado como el dilema “salud-economía”. Recientemente el infectólogo Pedro Cahn, miembro del equipo asesor de la Presidencia de la Nación, puso el dedo en la llaga en declaraciones periodísticas, al afirmar que la dilación en plantear un plan de salida del confinamiento crea incertidumbre y complica el día después: “La cuarentena es víctima de su propio éxito” sentenció y agregó que  (…) "Sabemos que es una situación que no se puede seguir extendiendo por su impacto económico, social, psicológico, emocional..." Nada mejor dicho.

Un país de fantasmas y dilemas perpetuos

Es propio de la cultura vernácula plantear lo inclusivo como disyuntivo. Los problemas como dilemas; las posibles convergencias como antagonismos naturales. La cultura de la secta y la tribu impera por sobre el diálogo y la pluralidad creativa. La cultura de la grieta (que no la inventó el kirchnerismo pero la utilizó para sus perversos intereses), viene de la época de las guerras fraticidas. El “O” define la actitud del ciudadano promedio por sobre el “Y”.
La Argentina a la que llegó el COVID-19 es hoy una sociedad escéptica, construida sobre un conjunto de miedos colectivos, mitos persistentes, oquedades ideológicas generadoras de grietas sociales, mentiras naturalizadas, crímenes oscuros y silencios complacientes, antes que de fortalezas institucionales, esperanzas  racionales y proyectos democráticos sustentables. Una vez terminada la crisis de la pandemia que dilata la cuarentena, -y a partir de un panorama socioeconómico y político que sin duda será muy difícil y complicado, nacional y mundialmente-, una tarea se plantea como un desafío cultural trascendente: la de de-construir creencias extemporáneas y mitos fracasados, para re-construir un proyecto de sociedad moderna sostenida en los valores cívicos republicanos, destruidos por años de dictaduras y populismos, que modelaron una cultura del facilismo subsidiado y el pensamiento mágico. ¿Será la sociedad capaz de responder a ese reto? ¿Tendrá la talla moral y la inteligencia emoción la necesaria? No lo sabemos, porque arrastra mal más de 80 años de cultura facilista y populista, de existencia subsidiada y de una estatolatría necia y asfixiante, que la atraviesa transversalmente. Hay en la sociedad profunda un pensamiento mágico y un infantilismo dependiente de los paternalismos personalistas que el fascismo “al uso” primero en los años 30´ y el protopopulismo corporativo peronista desde los 40´, instaló en la cultura del “ser nacional”. A lo que varias décadas después, para completar el desvarío ideológico y la decadencia ideativa, se le sumó la visión “revolucionaria” sesentista del seudoprogresismo, que atribuye todo fracaso a la maldad el capitalismo, el egoísmo de los liberales (sic) y la cantinela del “neoliberalismo”. Por ejemplo la llamada “década ganada” kirchnerista, (en verdad una década robada y desquiciada), plagada de contradicciones y corrupción delictiva como nunca en la historia democrática,
La plena y genuina recuperación económica e institucional de un país moderno, presupone esencialmente el cambio cultural del “hombre subsidiado”, educación para que la sociedad productiva pierda el miedo a la libertad, planteando contextos sostenidos en la ética del trabajo emprendedor, la iniciativa ciudadana y la competencia honesta, capaces de impulsar proyectos colectivos realistas, respetando tradiciones, pero sublimados en futuro de progreso y sin la neurótica queja de un puro presente sin proyecto de futuro, habitado por un fantasma que mantiene  al hombre subsidiado en un laberinto asfixiante, impidiéndole salir alguna vez de una cuarentena mental perpetua.

URLs de las imagenes
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