El coronavirus como el Día de la Marmota
(Psicología de la cuarentena)
por Alberto Farías
Gramegna
E
|
“Groundhog Day”, conocida como “Hechizo del
tiempo”, Phil, periodista de una cadena de televisión, es
enviado un año más a un pequeño pueblo de Pennsylvania , a cubrir la
información del festival del Día de la Marmota. En el viaje de regreso, Phil se
ve sorprendido por una fuerte tormenta que le obliga a refugiarse en el pueblo nuevamente
por varios días. A la mañana siguiente comprueba entre aterrorizado y
confundido que es la misma fecha que el día anterior y “comienza otra vez” el Día de la Marmota. Todo se repite día tras día, excepto
su percepción de que lo que le sucede en cada momento ya lo ha vivido, y así se verá condenado a revivir, cada vez que suena el despertador, una y otra vez los
mismos hechos exactos del día anterior. La pandemia del coronavirus COVID-19
parece producirnos el mismo efecto asfixiante cada mañana, al despertar
esperanzados en que haya sido sólo una pesadilla onírica.
Cisnes Negros, distopías y
traumas
Es conocida la teoría del “Cisne Negro”, que acuñó
Nassim Taleb, una simbólica que describe un suceso “sorpresivo” de gran
repercusión sociocultural y económica, que luego se analiza retrospectivamente
como presuntamente lógico y comprensible en su ocurrencia. En esta categoría,
sin duda, entra la emergencia de la pandemia del COVID-19 y sus consecuencias
en primer lugar socio-sanitarias y sus daños colaterales en la economía y la
vida cotidiana. Como nunca antes esta epidemia viral es ahora global en la Gran
Aldea, acorde con la globalización de las comunicaciones, los trasportes aéreos,
marítimos y terrestres y los mercados integrados. La repercusión de sus efectos
mórbidos y letales se amplifican y potencian por la acción de las redes
sociales que se realimentan “ad infinitum”. Este es un “cisne distópico” y como
tal alejado de las utopías de un mundo mejor.
Las “distopías” literarias
designan mundos imaginarios indeseables aterradores. Al igual que los niños
pequeños, -que a pesar del miedo que sienten, nos piden volver a contarles cómo
el lobo intenta comerse a Caperucita-, la sociedades se fascinan con aquellas
historias como una manera de conjurarlas y mantenerlas alejadas de la realidad,
aunque de tanto en tanto no lo logre. Infinidad de novelas y películas remedan
este género (1) Otra característica de “los cisnes
negros” es precisamente su irrupción inesperada. Por tal motivo, resultan
“traumáticos”, ya que no permiten que estemos preparados psicológicamente y eso
dificulta su “elaboración” emocional. Los traumas psicológicos son hijos de la
inmediatez y la sorpresa; de lo inesperado. Si cuido a un ser querido que
padece una enfermedad terminal, estoy preparado para el dolor de su
fallecimiento; pero si me entero de la muerte accidental de alguien cercano, el
impacto emocional resulta “traumático”; de ahí el lugar común: “No lo puedo
creer”. Por eso, la pandemia del COVID-19 resulta por sus consecuencias psico-socio-ambientales,
globalmente traumática
Psicología de la cuarentena
Así como en “El eternauta”, la
“nevada” de los inquietantes copos anticipaban la llegada de los alienígenas,
hoy en el mundo real esa escena la ocupa un organismo de tamaño y existencia irrepresentable
al ojo desnudo (menos de 0,0002 de milímetro). Ante la amenaza del COVID-19 y
la ausencia por ahora de una vacuna eficaz, la indicación es el confinamiento
en el hogar para evitar el contacto físico o simplemente la cercanía a los
otros. Este distanciamiento eficaz y el impedimento de salir a la calle, salvo
para conseguir insumos básicos para la vida, no implica un alejamiento social;
por el contrario, gracias al mundo de internet y las redes sociales, se
verifica un notable aumento de la comunicación con amigos, familiares, colegas
y hasta desconocidos.
Sin embargo, las “cuarentenas”, restricciones al tráfico de personas y los
aislamientos suelen tener efectos psicológicos contradictorios. Veamos algunos:
1) Adaptación forzada a un ambiente “nuevo” y limitado, porque cambia el
sentido del ambiente al desaparecer el afuera como posibilidad de opción. 2) Ruptura
de las rutinas cotidianas que nos dan seguridad y confianza, porque anticipamos
los procesos e incertidumbre al no saber con certeza el lapso de la anomalía 3)
Vivencia de extrañamiento hacia nosotros mismos, por efecto de aquellas
rupturas, en parte traumáticas, como decíamos antes. 4) Surgimiento de ideas
fatalistas por causa del miedo a nuestra indefensión ante lo invisible y ubicuo
5) Posibles conflictos por el reordenamiento de las relaciones de convivencia
en el núcleo familiar, si nuestro confinamiento es grupal. En la mayoría de los
casos, luego de varios días, suele aparecer ansiedad reactiva por el encierro,
claustrofobia funcional y trastorno de la concentración. Nuestras
personalidades, cualquiera sean, responden a la interacción de cuatro
variables: fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas. A mayores
fortalezas las crisis se nos revelarán como una oportunidad de cambio, de
reinventar las estrategias de acción. A mayores debilidades, las oportunidades
mutarán en amenazas a nuestras rutinas protectoras, pero también
empobrecedoras. Paradojalmente el confinamiento para cortar la cadena de
contagios, nos altera la “zona de confort” de nuestras rutinas donde mayormente
funcionamos en “modo Beta” (automáticamente con “pensamiento rápido”), para
introducirnos en un “confort preventivo” al alejarnos del peligro real para
ofrecernos un “peligro imaginario”: el de tener que flexibilizar nuestras
rigideces y funcionar más tiempo en “modo alfa” (“pensamiento lento” y
autoreflexivo).
En este sentido resulta útil activar
algunas acciones preventivas saludables que finalmente harán de esta crisis una
oportunidad de crecer en nuestras fortalezas: a) planificar el día; b)
enfocarse en las tareas que se proponen; c) definir roles específicos si se
convive en grupo; d) vestirse como si se fuera a salir de casa; e) tener una
dieta mediática que permita desconectarnos de la adicción del minuto a minuto
sobre las desgracias y las cifras que produce la pandemia. Estas conductas son
un acto de libertad inteligente, que consiste en reconocer un hecho exterior
indeseado y confrontarlo con nuestra responsabilidad y autocontrol para
combatirlo, evitando así resignarse ante su esencia deletérea y para que cada
mañana no sea una y otra vez el Día de la Marmota.
(1)
Novelas: “Decamerón”(1353);
“Diario del año de la Peste” (1722); “El último hombre” (1826); “La
peste escarlata” (1910); “La carretera” (1946) ; “La Peste” (1947) ; “Pánico en
las calles” (1950) ; La Tierra
permanece (1959); “La amenaza de
Andrómeda” (1969) ; “La amenaza de Andrómeda” (1971); “The Stand” o
“Apocalipsis” (1978); “Los ojos de la oscuridad” (1981) ; “Ensayo sobre la
ceguera” (1995) ; “Némesis” (2010) ; “Distancia de rescate” (2014) ; “Los que duermen en el polvo” (2017)
; “Los días de la Peste” (2017), entre otras (fuente: Juan Batalla - Infobae).
Películas: “La Peste” (1992); “Epidemia” (1995); “12 monos” (1995);
“Exterminio” (2003) ; “Niños del hombre” (2006); “Ceguera” (2008) ; “Contagio”
(2011); “Aislados” (2012), entre otras (Fuente: Guillermo Pintos - Infobae)
http://afcrrhh.blogspot.com/
URL de la imagen.
https://los40es00.epimg.net/los40/imagenes/2020/03/26/moda/1585229476_797893_1585229686_noticia_normal.jpg
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario